Era la criatura más perfecta que había conocido en su vida.

El omega se acurrucó contra su cuello.

—¿Quieres venir mañana con nosotros a la asociación? —preguntó Oker.

—Me encantaría.

Sintió los labios del omega sonriendo contra su cuello, y como ambos fueron relajándose para acabar respirando acompasadamente.

Le gustaba aquello, definitivamente le gustaba aquello.

Ω

Oker aceptó la propuesta de Ivory de quedarse con él ese día, no iba a engañarse, él mismo necesitaba estar con el alfa.

Esos tres días habían sido complicados, pero ya tenía cita en la asociación y necesitaba hacerlo del mejor modo posible.

Por teléfono, Ase, el omega con el que habló le dijo que hiciera caso a su instinto, que el miedo a veces no dejaba ver.

Pero Oker tenía miedo, miedo a dejarse llevar y que las cosas salieran mal. Su exceso de confianza le había jugado la peor pasada de su vida.

Comparar a Macon con Ivory era insultar a este último, lo sabía, pero lo había pasado tan mal que llevarse un desengaño le daba un miedo atroz aunque sus brazos y su olor fuera su sitio favorito en el mundo.

Lo vio trabajar, ahora no era Kyle el que ocupa un lugar junto a él en el sillón, sino Oker, que cada vez que proponía ponerse a hacer algo en la casa, Ivory gruñía negando.

Lo único que consintió fue en dejarle hacer la comida, Oker necesitaba hacer algo, o solo podía besarlo hasta que ambos llegaran a un punto de excitación insoportable.

Con la comida lista, fueron a buscar a Kyle que fue toda la vuelta de la mano de ambos.

Las caras del resto de las personas le daban igual, su mundo en esos momentos eran ellos tres, nadie más.

—Papi, me dijo que si queríamos vivir contigo —le sorprendió Kyle durante la comida— ¿ya no nos quieres?

A Oker se le cayó el tenedor, esos tres días sin su rutina sí habían afectado a Kyle, y Oker comprendió que cualquier cosa, en ese punto, afectaría a su hijo. Cualquier cambio en sus vidas lo haría.

—Claro que quiero que viváis conmigo pero vamos a ir haciéndolo poco a poco, ¿qué te parece? —le dijo el alfa tomando la mano de Oker.

—Vale. —Y algo que para Oker suponía un mundo, su hijo lo había aceptado completamente.

Su mundo era mucho más sencillo y Oker se alegró y le hizo dar el siguiente paso más importante de su vida.

—¿Qué os parece si nos quedamos a dormir hoy aquí? —les preguntó Oker a ambos.

Sus dos alfas sonrieron y pasaron toda la tarde juntos.

Cuando por fin Kyle se durmió en una habitación completamente reformada que le había fascinado, Ivory estaba fuera esperándole.

—No tenemos por qué dormir juntos si te incomoda, puedo dormir en el sofá —propuso el alfa.

Oker le miró, hacía solo unos meses ese alfa le había hecho temblar como una hoja con su tono hosco y su mirada oscura.

Ahora sabía el propio dolor que había encerrado, y como esa capa se había ido rompiendo hasta estar allí afuera dándole todo lo que él necesitara.

Lo había hecho desde el primer día, de muy malos modos, sí, pero siempre le dio lo que él o Kyle habían necesitado.

Un trabajo, un lugar seguro, una educación y por último, su compañía.

—No, por favor —dijo Oker sonrojado. Ya habían dormido juntos, pero sonaba distinto ese día.

Oker no había llevado nada para pasar la noche, siempre llevaba una muda para Kyle por si se manchaba, pero se sorprendió cuando Ivory le puso por delante una de sus camisetas.

No le había visto vistiendo nunca una, siempre usaba camisas que le quedaban demasiado bien.

Oker entró al baño, se aseó, usó el cepillo de dientes nuevo que Ivory le había dejado y se colocó la camiseta. No podía describir lo que sintió cuando sintió la tela del alfa sobre él.

Solo que era algo bueno, muy bueno. Él sabía lo que era vestir ropas de segunda mano, pero aquello era distinto, muy distinto.

Y supo que no era el único que lo notaba distinto, la mirada de apreciación del alfa al verlo vestir una camiseta suya que le quedaba demasiado grande se lo confirmaron.

Oker llegó a la cama donde había un sitio libre para él, ambos se quedaron sin moverse bajo las sábanas, sin saber muy bien qué decir. La vez anterior que estuvieron allí, las cosas habían empezado de otro modo.

No quería provocarlo para acabar diciéndole que no, por mucho que Ivory le dijera que esperaría todo lo que fuera necesario dejarle siempre con la miel en los labios era injusto.

—La habitación para Kyle es demasiado —decidió Oker romper el silencio.

—La beta de la tienda creo que se aprovechó de mí —se rio Ivory.

—Lo devolveremos.

Ivory se giró a para mirarle.

—¿A Kyle le ha gustado? —preguntó.

—Me ha costado horrores que se durmiera de lo emocionado que estaba.

—Entonces no devolveremos nada, aún quedan cosas por comprar.

—Vas a malcriarle —sonrió Oker, asumiendo que aquello era ya una realidad, su realidad.

—Voy a malcriaros —sonrió Ivory, cuando sonreía así parecía casi un cachorro.

Oker no pudo evitarlo y se abrazó a su pecho tal y como estaban uno frente al otro.

No se separaron en toda la noche y al despertar recibió un cálido beso en los labios.

Podía acostumbrarse a que todas sus mañanas fueran así.

Podía acostumbrarse a que todas sus mañanas fueran así

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¿Quién no necesita una bonita escena familiar?

Es normal que Oker tenga miedo, pero no me podéis negar que Ivory ha ido ganando puntos a lo largo de la historia.

Os deseo un estupendo fin de semana, nos leemos el lunes.

Besos

Sara

OmegaWhere stories live. Discover now