Uno

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Seis años después.

Harry sonrió cuando miró a su hijo correr en su dirección, lamentaba no pasar tanto tiempo con él cómo le gustaría, pero él tenía que sacar adelante el negocio que había emprendido con Chelsea, la omega que se convirtió en su mejor amiga apenas llegó a New York. Fue una verdadera suerte conocerla en medio de tanto dolor y desolación.

- No corras, cariño, vas a caerte - Le dijo sin borrar la sonrisa de sus labios, su hijo era su vivo retrato, tenía pequeños rizos color chocolate, dos pequeños hoyuelos y una sonrisa increíblemente linda, de no ser por sus ojos y la nariz que había sacado de cierto alfa, en quien no quería pensar, podría decir que era idéntico a él mismo.

- ¡Te eché de menos, mami! - Gritó el pequeño rodeando el cuello de Harry, para el pequeño Matthew su madre lo era todo, siempre habían sido ellos dos y aunque ahora contaba con sus tíos no podía imaginar una vida donde su madre y él no estuvieran juntos.

- Y yo a ti, cachorro, no sabes cuánto - Murmuró el omega besando la mejilla del pequeño al que tenía entre sus brazos.

- Hoy la maestra me dio un diez y dos estrellas - Comentó feliz señalando su frente donde se encontraba la evidencia de lo que el pequeño contaba.

Harry asintió, Matthew lo era todo para él, su pequeño hijo, era su única razón para vivir. Fue su motor para no hundirse cuando su matrimonio terminó y sus padres lo echaron de casa. El omega trató de apartar aquellos recuerdos de su cabeza, habían pasado seis largos años y no debería doler, sin embargo, no podía evitar sentirse traicionada por quienes amaba. Primero Louis y luego sus padres.

- ¿Piensan quedarse todo el tiempo ahí? - Aquel grito hizo que Matthew se alejara de su madre y corriera a los brazos de Mitch.

- ¡Tío, que bueno que viniste! - Gritó el pequeño, Mitch era el primo de Chelsea y contador de la agencia de viajes de la que Harry y su amiga eran dueños.

- Jamás podía faltar a tu juego de fútbol, sé que es muy importante para ti - Dijo el alfa revolviendo los rizos del pequeño una vez que llegó a su lado.

- ¡Eres el mejor tío del mundo! - Habló entusiasmado de ver al alfa ir a su partido como cada semana.

- Soy el único tío que tienes – Mencionó Mitch como si fuera la cosa más obvia del mundo. Matthew le sacó la lengua y corrió de regreso a donde sus compañeros esperaban a la orilla del campo.

- Gracias por venir, Mitch. - Dijo Harry viendo a su hijo convivir con sus compañeritos

- Es un placer, sabes que adoro a tu hijo. – El alfa deja su mano sobre el hombro del omega con la vista en el mismo punto.

- Lo sé, tú y Chelsea son la única familia que él conoce - Dijo con pesar.

- Y te aseguro que estamos encantados de ser parte de su vida, no te aflijas, Harry, olvida lo que te hace daño y piensa que lo mejor que te ha pasado en la vida es tener a Matthew. - Harry sonrió, sin embargo, él no podía olvidar el pasado y menos olvidar a Louis Tomlinson, el responsable de su infelicidad y de que su hijo fuese repudiado y tratado como un hijo de nadie. Mientras él andaba de fiesta en fiesta y saltando de cama en cama.

El omega alejó aquellos pensamientos de su cabeza, lo que Louis Tomlinson hiciera o no con su vida no debía importarle en lo más mínimo. Ellos ya no eran nada.

«Nada más que esposos»

Harry apretó sus puños y se concentró en el partido de fútbol de Matthew. Él gritó y apoyó a su pequeño hasta que su equipo metió el gol que le dio el triunfo. La excusa perfecta para ir a comer helados.

Love is the AnswerWhere stories live. Discover now