Capítulo VII📚

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Mi hermana abre su boca ofendida por mis preguntas mientras se lleva su mano al pecho.

—Estoy listo —su voz detiene nuestra pequeña riña y los tres tomamos el ascensor para así dirigirnos al Lobby.

—Toma asiento si quieres, yo arreglaré esto rápido —dice segura de sí misma y ambos caminan hacia al mostrador. Apenas mi trasero toca el suave asiento y la escucho gritar.

—¿¡Como que no tienen más habitaciones!?

Sus palabras hacen que inmediatamente me acerque a ellos.

—Lo lamento, señorita.

—Esto no es posible, ¿Pueden llamar al aeropuerto para que les busquen otro hotel? —pregunta él.

—¿Disculpa? El único que se tiene que ir de aquí eres tú —intervengo.

—Yo llegué antes —rebate dejanos saber que no dará su brazo a torcer.

—¡Mentira! Nosotras nos bajamos primero —replico y giro en dirección a la recepcionista— señorita él es un acosador tienen que echarlo del hotel.

—Ustedes entraron a mi habitación y me apuntaron con un cuchillo mientras estaba desnudo —nos expone como si se tratara de criminales de alto peligro.

—Era el cuchillo de mantequilla y no le iba hacer nada —aclara mi hermana dirigiéndose a la recepcionista.

— ¿Todo bien? —Un hombre mayor se acerca y detiene el enfrentamiento— Soy el gerente del hotel, ¿En que puedo ayudarles?

—Parece que hubo una confusión con la reservación y no tenemos más habitaciones para alojarlos.

—Lo lamento mucho, espero que entiendan que esto sale de nuestras manos. No tenemos más habitaciones que ofrecer, pero trataremos de ubicar a la aerolínea para que puedan trasladarlo a otro hotel lo más rápido posible cuando las líneas telefónicas regresen.

— ¿Cuando las líneas telefónicas regresen?

—Sí, en este momento las conexiones inalámbricas se encuentran fuera de servicio debido al clima.

—¿Y entonces qué hacemos?

—Esperar.

—Supongo que nosotras nos quedaremos en la habitación —pregunta mi hermana con esperanza después de nuestro mal viaje.

El gerente voltea hacia la recepcionista, ella tiene la gran respuesta. —Él se registró primero

El cierra los puños haciendo una pequeña mueca de victoria.

—Lo lamento señoritas, pueden esperar en nuestro lobby mientras buscamos reubicarlas.

Mi hermana y yo nos alejamos derrotadas del mostrador sin decir nada. Alguien de servicio baja nuestras maletas. Los primeros minutos avanzan hasta llegar las primeras horas, el cansancio nos comienza a ganar la batalla, vemos como la recepcionista abandona su puesto y es relevada por alguien más. Mi hermana da un cabeceo al aire que la hace despertar y acomodar su brazo sobre el descanso del sillón.

Me acerco nuevamente al mostrador para preguntar a la nueva recepcionista si ya han encontrado un espacio para nosotras, pero ella niega apenada.

El elevador emite un ligero sonido al abrirse y me hacía voltear para encontrarme con el mismo sujeto de hace unas horas en una pijama de camisa blanca, short corto rayas y unas pantuflas grises. Resoplo regresando la mirada hacia mi hermana y tomo asiento.

De reojo puedo ver su alta figura acercarse. —Pueden quedarse en la habitación —comenta bostezando. Guardo silencio sin saber como responder—. O pueden quedarse durmiendo en el lobby —añade al ver a mi hermana y gira de regreso al elevador.

—Espera —pido contemplando la incómoda posición de mi hermana— ¿Por qué?

—¿Por qué, qué? —réplica con confusión arreglando sus gafas.

—¿Por qué nos das la habitación?

—No planeo dejar la habitación —aclara—, podrán ser unas ladronas de taxi y habitaciones, un poco bulliciosas, pero no creo que hagan daño o bueno por lo menos tú no —responde haciendo una pequeña referencia a mi hermana.

Su respuesta me hace un poco de gracia.

—Supongo que mientras tú estés bien, yo no seré una víctima de tu hermana —finaliza y presiona el botón en el panel. No siento una mala intención en sus palabras e incluso su aura transmitía paz a diferencia de hace unas horas. Tal vez un mal viaje le ha influido.

—Gema despierta —me acerco a ella con cuidado al despertarla.

—¿Ya nos encontraron una habitación? —pregunta soñolienta.

—No.

—Estoy muy cansada Sarah, ¿Por qué me despiertas? —protesta como una niña pequeña.

—Toma tu maleta, vamos a la cama —su rostro se frunce y con los ojos cerrados me la mano para ser guiada al elevador hasta llegar al pasillo y a unos pasos de la puerta ella se detiene.

—¿Por qué venimos aquí?

Suspiro tratando de encontrar las palabras para expresarle que un extraño nos ha invitado a dormir en su habitación y que eso no es mala idea.

—Aquí podrás descansar mejor —me limito a contestar mientras doy unos golpecitos a la puerta.

—¿Estás mal de la cabeza? No podemos estar aquí.

—Pasen —invita él abriendo la puerta.

—Deja tu maleta en el armario si quieres pueden tomar las dos almohadas de la cama y la cobija para que se acomode en la alfombra.

—Wow, que caballeroso —agradezco sarcásticamente.

—No pensarás que les daré la cama, invitarlas a dormir a la habitación es lo único que puedo hacer.

—Creo que si me hubieras dicho eso desde un principio hubiera preferido dormir en el sillón del lobby —respondo y un pequeño ronquido nos distrae. Gema, quien se encontraba en contra de la idea de compartir una habitación es la primera en quedarse dormida al solo tocar la cama.

Me acerco para tomar una de las almohadas y ofrecerlas para que él duerma en otro sitio, porque alguien ya ha decidido quién si dormirá en la cama.

—Esto no es justo —reniega tomando la manta que se encuentra en la esquina de la cama y almohada de mis manos— me roban el taxi, me roban la cama, pero quien me manda a tratar de ayudarlas dos veces —se queja consigo mismo mientras se acomoda en un sillón que no es suficientemente largo ya que sus pies quedan al aire.

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