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Sus hombros se tocaban a pesar de la inmensidad del balcón, Heungmin podía sentir el calorcito que emanaba del cuerpo de Cristian haciendo que la brisa de esa noche londinense se le haga un poco más llevadera. Le parecía suficiente y, a la vez, tan pero tan poco; solo unas migajas que el universo le lanzaba. 

Siempre quería más de Cristian. Una mirada, una sonrisa, una caricia, otra más; quería sentir esos labios sobre los suyos, comprobar si eran tan suaves como él creía. Quería tenerlo cerca, fundir su cuerpo contra el suyo y aprender los sonidos que hacía cuando el placer le nublaba los sentidos, repetirlos una y otra vez, componer una melodía tan intima que solo sus oídos pudieran reconocer. Quería todo. Y más. 

Mirándolo de reojo pudo darse cuenta de que Cuti lo estaba observando atentamente con esos ojos oscuros suyos. ¿Cómo era posible que todavía no se diera cuenta? ¿Qué más tenía que hacer? De nuevo volvía a caer en ese curso de pensamientos que no hacían más que amargarlo, era en lo único que podía pensar estos días. Estaba cansado de esperar, los limites de su paciencia ya habían sido sobrepasados hace unos cuantos días (meses, mejor dicho. Años, tal vez) 

Apoyó los codos en la barandilla que los separaba del vacío, su estómago revolviéndose por algo más que el vértigo. Iba a hacerlo, estaba decidido. No tenía nada que perder (tan solo Cuti, con todo lo que él implicaba). Tomó aire, una, dos veces. Le palpitaban las sienes. Se sentía morir. La mano de Cristian en su espalda, moviéndose en pequeños círculos lo trajo de vuelta a tierra y se llevó ese poquito valentía que había logrado juntar. 

—Tranqui— Cristian ahora movía su mano con más intención, aplicando un poco más de fuerza en su movimientos, masajeando sus músculos y Heungmin estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para no dejar escapar un gemido gustoso —Todo va a salir bien. 

Sabía que refería a la boda, Cristian sonaba tan sincero, tan firme en su optimismo. Já, si tan solo supiera el circo que Heungmin tenía planeado. Tal vez eso era lo único reconfortante de la situación; él seguía teniendo el control, no su padre. Cristian lo había llamado un "capricho" meses atrás y Heungmin se negaba a cumplírselo.

—Gracias.— no podía decir más, tenía unos tres años de enamoramiento atascados en la garganta.

Cuti le sonrió, lo despeino cariñosamente y le dijo que estaba comenzando a hacer frío, que era mejor entrar y empezar a pensar en la cena. Cuando la puerta del balcón se cerró a sus espaldas, Heungmin supo que había desaprovechado otra oportunidad.

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Después de cenar habían decidido que lo mejor sería irse a dormir temprano, mañana los esperaba un día interminable y ambos necesitarían toda su energía para afrontarlo. Sin ningún tipo de noticias desde recepción, Cristian asumió que tendría que dormir en el sillón; en verdad, no le molestaba, no se creía capaz de compartir cama con Heungmin en estos momentos. Se encontraba preparando todo para irse a dormir cuando la voz de Heungmin llamó su atención: "¿Qué estás haciendo? La cama es lo suficientemente grande, Cristian" 

C-r-i-s-t-i-a-n. No Cuti, ni siquiera Cris. Cristian. Estaba pisando terreno peligroso, el mal humor de unas horas atrás amenazaba con volver y el tono de Heungmin no daba lugar a discusión. 

Por eso ahora era un hombre en estado de emergencia; tenso, sentado cerca del borde de la cama, esperando a que Heungmin termine con su rutina de skincare y ocupe la otra mitad del colchón. Seguramente con la piel radiante y ese perfumito que el suavizante dejaba en su pijama, el que Cristian tanto asociaba a casa; con sus ojitos cansados y sus labios rosados, brillando gracias al bálsamo que siempre utilizaba antes de dormir. 

celestino                [cutison]Where stories live. Discover now