- Lo sé. – Entrelazo sus grandes manos sobre la mesa dirigiendo su mirada de nuevo a mí. – Ve con Davina, hijo. – Aliviado me levante sin pensarlo.

Me quité el cabestrillo con la desaprobación de Walt, aunque no me dijo nada sabiendo que seria totalmente inútil contradecirme. Me molestaba esa mierda y mi brazo no estaba tan mal, no era la primera vez que me disparaban.

Salí de la sala en grandes zancadas en busca de aquella mujer que me volvía completamente loco. Antes de conocerla jamás habría imaginado que mis necesidades primarias cambiasen tanto de rumbo, es decir, mataría por ella todas las veces que fuera necesario.

Moriría si fuera necesario.

Doble la esquina y subí las grandes escaleras principales de dos en dos, cuando llegue arriba gire sobre el pasillo de mi derecha paseándome por uno de los tantos que tenía esta mansión. Lo cierto que para ser tan absurdamente largo era muy luminoso, con un enorme ventanal al final y múltiples puertas en ambos lados. Me paré en la puerta de la que fue mi habitación durante tantos años, giré el pomo entrando del tirón. Davina estaba con una mallas que le quedaban demasiado bien y le apretaban el trasero de una manera demasiado malvada para mis partes bajas. Llevaba una camiseta de manga corta con el típico logo de ADIDAS en ella. Giro sobre sus talones dedicándome una sincera sonrisa. Sin poder resistirme cerré la puerta tras de mi andando hacia ella, le agarre de la cintura y estampe mis labios con los suyos. Quizás fue un acto impulsivo, pero necesitaba saciar mi hambre al menos durante unos minutos. Sus manos se posaron en mi pecho y comenzó a acariciarme con delicadeza. Me separé para que mis pulmones pudiesen coger aire. 

- Esas mallas te quedan... - Soltó una pequeña risa que me dejó fascinado. – Ficken! (¡Joder!)

Le di un beso algo brusco provocando que soltase un pequeño gemido por sus pecadores labios. Tenía que parar, debía de hacerlo, porque si no... no podría pensar con claridad.

- ¿Quieres dar un paseo por la finca? – Esta asintió jadeando aun por nuestro beso. – Bien, me pondré cómodo también yo.

- Luego podrías enseñarme tus discos. – Señalo a una enorme estantería a nuestra derecha llena de discos de vinilo ordenados por géneros y alfabético.

- Claro hübsch. – Esta me dio un pequeño beso y se fue a sentarse en la cama. – No quiero adelantarte nada, pero cuando regresen Jakob y Aria del viaje tenemos programada una reunión con las mafias, todos quieren acabar con Lynx. – Vi como evitaba mirarme mientras sus ojos radiaban tanta furia que era palpable en el ambiente. – Cuando acabemos con él acabaremos a su vez con la rata cobarde de Belov.

- Quiero estar en el operativo. – Alertado me giré bruscamente con la camiseta de deporte en la mano.

Controlé como pude el instinto protector que tenía con ella, aprete los labios con fuerza antes de suspirar. Asentí de acuerdo con su decisión.

- Lo imaginaba. – Esta me miró con tanta determinación que aterraba. – Tienes que cumplir órdenes hübsch. – Me quite la parte de arriba poniéndome rápidamente la camiseta de deporte, justo a tiempo para ver como rodaba los ojos. – No me ruedes los ojos maleducada. – Se elevo una comisura de mis labios de forma divertida.

Me acerque a ella quedando de cuclillas, pose mis manos sobre sus muslos llamando su total atención.

- Lo digo enserio Davina. – La seriedad de mi voz pareció hacer mella en ella. – A partir de ahora somos un equipo, mi hombres son los tuyos, tenemos que trabajar juntos sobre todo en situaciones como esta. No puedes ir por libre, ni arriesgar tu vida. – Trago con nerviosismo, ladeé una comisura de mis labios notando su nerviosismo por mi cercanía.

El Ángel del Diablo. | II DIABLO |Where stories live. Discover now