04: Shinrinyoku

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Shinrinyoku«Baño de bosque»

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Shinrinyoku
«Baño de bosque».

El celo llega como una fuerte ráfaga, igual a la que agita a los bambúes en el largo campo que invade el camino. Kenji sujeta a su esposo contra la espalda mientras lo carga para atravesar el sendero y buscar un lugar cómodo donde pueda descansar. Es difícil cuando las manos de Haru se mueven como serpientes deslizándose bajo su haori, cuando esa boca transpira contra su cuello y el aroma es dulzón y penetrante. Es demasiado y hace que Kenji quiera detenerse y simplemente ceder.

Haru huele a un ramillete de ume condensado, pura dulzura y picor en su nariz cuando respira. Su piel se ha vuelto rosada como los cerezos y su boca parece caramelo que le seduce a probar. El calor que exuda a su espalda la hace sudar e imagina cómo sería si sus dedos deciden acariciar y cumplir el deseo de su esposo para obtener su liberación.

No, eso no es una opción. Kenji aprieta su mandíbula con la seguridad de superar esta enorme prueba con gallardía y endereza.

Alfa... —susurra su esposo a su espalda, mientras Kenji se mueve rápido en el bosque de bambú y el viento restriega los tallos hasta que silban. La noche cae y dificulta ver el camino, por lo que varias veces sus getas se doblan y le producen dolor—. Alfa...

—Ya, Haru, ya pronto... ya...

Las montañas quedan aún lejos para que puedan servir de refugio. Por mucho que apretaron sus pasos, les fue imposible acercarse a sus faldas para poder pasar el celo en alguna cueva escondida. Kenji como su alfa, debe procurar un lugar cómodo cerca. Su esposo ya no puede tolerar más la falta de atención en su celo, necesita agua, comida y su compañía real. Que el celo haya llegado justo en la gran extensión de bambú es menos que propicio para que Haru pueda descansar, así que debe procurar el espacio.

Llega. Es un lugar despejado entre el límite del bosque de bambú y los cedros, hay un espacio de hierba que puede apartar con su manta guardada y un ligero riachuelo corre cerca de donde se sienta. Es el lugar perfecto, en la apretada situación, para que Kenji pueda bajar a su esposo y darle un lugar lo suficientemente cómodo y seguro para el celo, lejos de todos los demás pueblos. Han evitado, después de lo ocurrido en Nagasaki, todos los caminos comerciales. No puede arriesgarse.

Deja caer a Haru en la mullida grama y casi tropieza cuando las largas piernas de su esposo intenta engancharlo para llevarlo hacia él. El haori de su esposo está medio abierto y deja ver un poco de esa piel rosada por el calor y la excitación. Kenji traga grueso cuando ve el rostro de su esposo transpirando demasiado cerca y hace acopio de toda su voluntad para separarse, mientras lo ve revolviendo y tirando sus propias telas, conforme respira con la boca abierta. Toda su sangre ya ha bajado dolorosamente al sur de su cuerpo.

El celo de Haru siempre ha sido así de voraz, intenso como la misma luz del sol que colorea sus cabellos desde el nacimiento. Su rostro y su piel se tiñen de rosa con una facilidad indescriptible y sus ojos celestes se vuelven oscuros y brumosos como la tarde lluviosa. Kenji siempre ha amado verlos, desde que está casado, ha encontrado nuevas razones para hacerlo. La forma en que pestañea con sus pestañas claras y las lagrimillas se pegan entre sus cabellos y su sudor. La manera en que su cuerpo se ruboriza y su olor se vuelve poderoso e irresistible.

La gentil tristeza de las cosas (BL)Where stories live. Discover now