Quiero Destruirlo |DS#3|

Prefacio

Taddeo Aurellio D'angelo Rinaldi (19)

Mayo 2010

Aurellio miro sin ver de verdad la gran pantalla frente a él, los diferentes vuelos a distintas partes del mundo se enumeraban uno tras otro. Nunca había pisado un aeropuerto público, nunca tuvo la necesidad de comprar un boleto, pero ahí estaba.

― ¿Adonde se dirige? ―la pregunta de la recepcionista era válida, mas no tenía respuesta.

― ¿Cuál es el próximo vuelo fuera de Europa, sin escalas? ―la mujer quedo sorprendida, mas solo fueron segundos antes de que buscara.

―Argentina, Buenos Aires. En veinte minutos.

Y lo siguiente que Aurellio supo fue que estaba en camino allí, no era verdaderamente un espectador de todos los dramas que pasaban en los vuelos comerciales, incluso si eran de la sección exclusiva. Pocas cosas lo mantienen interesado en el ultimo año, pocas cosas llamaban su atención. Y necesitaba con fuerza cambiar ese hecho.

Un año había pasado en un pestañar y apenas recordaba algo de todo lo que había vivido en esos meses, fueron un borrón en los que estuvo sumergido en diferentes sentimientos y dolores. Un borrón en el que se perdió así mismo y a sus ganas de seguir.

Hacia un año, en este mes, en estos días, Adriano Fabrizio Mateo D'angelo Rinaldi, había muerto. Hacia un año, su padre había dejado este mundo. Para todos, su accidente había sido una tragedia, para Aurellio había sido un puñal, una traición y el había sido participe.

Si el no se hubiera encaprichado, si Alessandro no se hubiera enojado y si Alessio no se hubiera enamorado, su padre no habría tenido razones para viajar, para subir a ese avión y para terminar muerto. Muerto por la elección de ella, muerto por aquella mujer que había jugado con los tres.

Pero el hubiera no existía, y por mas que no quisiera, la culpa estaba ahí, carcomiéndolo, atormentándolo y ahogándolo.

Necesitaba salir de allí.

Y encontrar un nuevo rumbo.

―...sí, sí, sí. Apenas baje tomare el próximo vuelo a Rosario, no te preocupes cariño, llegare a tiempo para el cumpleaños.

Aurellio escucho al hombre del otro lado del pasillo hablar tan alto como para sacarlo de sus pensamientos. Suspiro mientras se recostó dispuesto a dormir, con un nuevo rumbo, Rosario.