— Lo suficiente para que el trato sea seguro.

— ¿Por qué confías en él?

— No confío, pero sabes lo que quiero, mi hermosa hija. Y él es una pieza importante para esto.

Aún con los ojos fijos en el hombre, me mantuve rígida en mi lugar, con mi madre dándome un abrazo que se sintió más como una advertencia. Sonrió ladinamente, separándose.

— Yo iré también luego de que ustedes hablen —dijo antes de marcharse.

Una vez solos, nos contemplamos con rechazo puro. Nadie dijo ninguna palabra por largos minutos. Ni si quiera pestañeamos; nos concentramos en analizarnos enteramente, descubriendo cualquier fragilidad que sirviese para intimidar al otro. Seguía sin comprender por qué había usado al muchacho humano para traducir cuando sí podía hablar perfectamente nuestro dialecto. ¿Con qué intenciones lo hizo?

— Así que tú eres la princesa —murmuró pasado un tedioso tiempo—. Tu madre me habló de muchas cosas —buscando amordazarme, se aproximó, caminando alrededor mío—. Dones, poderes, vidas pasadas, cosas sin sentido de las que no soy muy creyente. En mi mundo también se hablaba de eso, ¿sabes? De la magia —se detuvo frente a mí—. Magia es igual a mentira.

— Y sin embargo estás aquí, en un cuerpo semejante a nuestra raza.

— Esto no es magia, es ciencia, algo de lo que no entenderías.

— Al parecer el que no lo entiende eres tú.

Quaritch pareció no comprender a lo que me refería y eso fue perfecto para mí.

— No estás en tu hogar, estás en el nuestro. No me importa como haya sido el tuyo, pero aquí hay una fuerza que no podrías comprender nunca, más aún si no eres originario —ahora fui yo quien caminó a su alrededor—. No voy a explicarte lo esencial, ni voy a mostrarte eso de lo que mi madre te habló, pues mi poder no está para ser visto por ojos tan débiles. Pero sí te haré conocer una parte del Clan Ceniza, algo que quizá te dé una idea de en lo que te estás metiendo, Avatar.

De inmediato me acerqué a Nar, conectando nuestras colas neuronales y subiéndome sobre ella. Sin decir nada, alcé el vuelo. Sabía que él muy pronto me seguiría y así fue.

Nadie puede saber lo que depara el futuro, sin embargo, sí que pueden realizarse movimientos que favorezcan este. Hace mucho tiempo que me di cuenta de la contienda en la que estaba metida, pero hasta ahora, nos habíamos mantenido en la línea de salida, sin movernos. Ahora, con Neteyam en mis sueños y la llegada de los avatares junto con la de los jóvenes Na'vi, había por fin comenzado.

Cada uno tiene su propio juego.

Giré, encontrándome con su mirada. Señalé hacia abajo para que viese con atención todas las zonas por las que pasábamos: Las lagunas de minerales, las grutas donde se fabricaban las armas, las tierras bajas donde se encontraban los cazadores para comenzar sus labores. El avatar dejó su atención más de la cuenta en una en específico, esa en la que los Na'vi desollaban animales ya muertos para obtener sus pieles gruesas y, además, tomar los huesos que servían para la confección de nuestras decoraciones corporales.

Cerca del destino, hice que Nar descendiera. Me bajé de esta, mirando de reojo al hombre quien también llegaba. Agité mi cabeza, indicándole que me siguiera. Aun cuando la molestia por las órdenes era evidente, lo hizo.

— ¿Sabes por qué los ceniza jamás nos metemos en asuntos de otros clanes? —me agaché, palpando el suelo con cautela. Avancé no sólo con mis pies, sino también apoyándome con ambas manos, como si estuviese a punto de cazar—. Se cree que el fuego es el que tiene el mando de todo. Varang ve a los demás por debajo, siempre. ¿Por qué mezclarse con los débiles si podemos mantenernos en la cima? Es gracias a este aislamiento que somos los únicos que recordamos la verdadera conexión con Eywa y esa... es una ventaja grande.

NÜ'RIEL || NeteyamWhere stories live. Discover now