capitulo 23 (una madre y un secreto)

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Becky se apresuró a ver a Freen, pero sin correr por la casa, no quiso ser maleducada delante de la madre de Freen. Al verla desaparecer por el pasillo, Amanda regresó a sus cosas mientras Jon se retiraba de allí en silencio como hacía siempre. En esos momentos, Becky ya estaba ante la puerta de la habitación de Freen a punto de picar a la puerta con el puño en alto. Para sorpresa de ella, la puerta se abrió cuando estaba por darle, pero no se dejó impresionar y entró con valentía. La puerta se cerró.

—Me sorprende volver a verte en mi casa.

Freen estaba de espaldas a ella y a la puerta, se encontraba apoyada en la ventana con los brazos cruzados y una pierna curvada tras la otra. Becky vio que iba vestida con el uniforme, como siempre la había visto hasta que vino a su casa por primera vez. Reconocía que el uniforme; la camisa blanca, la falda roja/negra a cuadros y los botines negros le quedaban muy bien a la morena. A pesar de la poca luz, Becky pudo ver que la larga melena de la vampira no estaba del todo liso como era acostumbrado que lo llevara, sino que lo tenía ondulado.

—¿Y bien? —preguntó la morena de golpe. —¿A qué has venido aquí? ¿Acaso... ya tienes la respuesta que quiero escuchar?

—Eh... No. —contestó Becky algo tímida, pero intentó mantenerse firme. —He venido...  por respuestas y explicaciones.

—¿Respuestas y explicaciones? —repitió Freen sorprendida, Becky dio un disimulado brincó de espanto— Je, que gracioso. Je, je, je...

—¡¿Te parece gracioso esto?!, ¡Para mí no lo es! —exclamó Becky molesta y avergonzada—. ¡No me iré de aquí hasta saber toda la verdad de este asunto!

—¿No te irás hasta saberlo, dices? —preguntó Freen, Becky se estremeció al escucharla hablar así—. ¿De verdad quieres saberlo todo acerca de mí y mi raza? ¿De verdad quieres meterte en este mundo de tinieblas donde no podrás salir una vez lo sepas?

—¡Si, lo quiero saber todo! ¡De principio a fin con todo detalle! —dijo Becky segura de lo que quería.

—¿Por qué?

—Bueno, yo... esto...

—Je, no sabes lo que dices —se burló la morena irónica. Becky se enojó—. Deberías volver y olvidarlo todo, olvidarme a mí también.

—¡No puedo hacer eso, ahora no!

—Tsk... ¡Eres una puta tozuda!

Becky se asustó por oírla hablar así, entonces la morena se dio la vuelta a ella para andar y cogerla del brazo, después la obligó a sentarse en una butaca de terciopelo rojo bajito donde la arrinconó apoyando las manos en los brazos del mueble para evitar que se escapara de ella. Ambas se miraron a los ojos, Becky ruborizada por tenerla tan cerca, y Freen seria y sin emoción.

— Freen...

—Te diré todo lo que quieres saber. Sin pelos en la lengua, si eso es lo que quieres —aceptó ella—. Si con eso hago que dejes de hacerte la lista conmigo pensando que me conoces y que puedes venir aquí y hacerte la valiente, entonces está bien, te contaré absolutamente todo, mi deliciosa rubia, así me dejaras de joder.

—No me das miedo, por muy vampira que seas. —aseguró Becky mirándola decidida y valiente.

—¿Ni siquiera si te cuento lo que en verdad pasó la noche en que caíste enferma? —preguntó Freen vacilante.

—¿Lo que en verdad pasó? ¿Qué... quieres decir?

—Ju, por tu expresión diría que has tenido visiones extrañas de aquella noche, ¿no es así?

—¡¿Qué?! ¡Pues claro que no! —negó ella sonrojada desviando la mirada— No sé de qué estás hablando...

—Vuelves a mentir.

Freen cogió la barbilla de la rubia, y sin dudarlo dos veces la besó en los labios de forma apasionada, dejando a Becky de piedra. Avergonzada y sintiendo que le estaba gustando, Becky intentó rechazarla y apartarla, pero no pudo, Freen profundizó el beso. Becky se puso nerviosa con el corazón latiendo con mucha, mucha fuerza, pero lo que pasó entonces la paralizó. Las imágenes que tuvo ese día volvieron, pero esta vez las vio con más claridad y entendimiento. Reconocía esas escenas como un recuerdo perdido.

Lo que vio la dejó sorprendida y petrificada, pero lo entendió todo con ese recuerdo escondido en su mente. En verdad hizo el amor con Freen, y ella había actuado voluntariamente, portándose de una forma irreconocible para ella misma. No podía creer que en verdad se hubiese comportado de esa forma aquella noche y no haberse acordado de ello hasta ahora con ese beso que activó sistemáticamente su memoria.

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