El comienzo I/III

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Ser héroe conforma demasiadas obligaciones, para así poder conservar tu título.

Una de ellas era la de tener aliados. Era algo fundamental, en el caso de tener que enfrentarte a algún enemigo, o simplemente convivir entre héroes.

Y a Aries, no le harían falta ni aunque los necesitara. Tenía aliados, conocidos, y bastantes personas que estarían de su lado para ayudarlo y apoyarlo, y lo sabía.

Pero aún así, teniendo tantos contactos y personas aliadas con él, no podía evitar sentirse solo.

Sentirse vacío por personas que no podía estar para él en todo momento. Se sentía frustrado por aquella sensación que lo atormentaba desde que se convirtió en héroe.

Pero todos esos sentimientos lo abandonaron cuando tuvo la gran oportunidad de conocerlos...

— ¡Arriba, Ari! ¡Tienes que asistir al colegio!

Un carnero de 14 años se levantó sin rechistar, a menos que quisiera un regaño de su madre.

Agarró algunas prendas de ropa que usaría ese mismo día, y se dirigió hasta el baño para tomar una ducha. No tardó más de media hora, cuando ya había terminado de cambiarse y arreglarse para un nuevo día de colegio.

Bajó rápidamente por las escaleras, hasta el comedor, dónde lo esperaba su madre con el desayuno ya servido.

— Come rápido, o se te hará tarde.

— Es imposible que no me atragante con la comida.

— Dije que comas, menos habla y más trabajo jovencito.

El chico asintió en silencio, se sentó en una de las sillas de madera alrededor de la mesa y no volvió a dirigirle la palabra a su progenitora.

Una vez terminado su desayuno, tenía asegurado que no se desmayaría de camino a la escuela. Agarró su mochila, que apenas pesaba, y caminó hasta la puerta.

— ¡Nos vemos, mamá!

Salió de su casa sin esperar la respuesta de la mujer, cerrando la puerta detrás de él. Su método de ida desde su casa hasta la escuela era ir caminando, por lo que suspiró antes de dar el primer paso.

Tener un amigo con el cuál caminar las siguientes siete cuadras no sería tan malo, ¿verdad? Pues ese era un deseo que Aries anhelaba en ese entonces.

«Amigos...» Sí, eso le hacía falta.

Su madre se quejaba de que siempre exageraba con ese tema, que ya tenía muchos compañeros y familiares que lo ayudarían en lo que sea, ¿pero cómo lo haría... si ni siquiera hay confianza entre sí?

Las reglas nunca aclararon ese pequeñísimo detalle. Maldecía al maldito ministerio o público que haya creado el reglamento.

— Debe haber una manera lógica para conseguir amigos, ya sabes, para no morir solo...

¿Estarás hablando de socializar...?

¡Sí, exacto! ¡Eso mismo! —Exclamó de golpe, sobresaltando a todos a su alrededor.

Todos lo miraron como si estuviera loco, aunque luego se les pasó el susto y volvieron todos a sus asuntos. Aries también miró a sus costados, para luego seguir su camino con pasos más apresurados por la vergüenza.

— Bien, bien. Sí, tienes razón —Murmuró para sí mismo, doblando en una esquina—. Tal vez deba socializar, o mínimamente hablar con alguien que no sea un pariente.

Pensé que eras experto en algo como eso...

¡Pues claro que lo soy! —Volvió a exclamar sin previo aviso. Ahora toda la calle lo miraba con expresiones raras en sus rostros.

Two choices: Villains or Heroes (Zodiac)Where stories live. Discover now