Reencuentro

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Perdí la cuenta de los días que faltaban para mi cumpleaños y en algún momento cuando nada importa y todo hecho parece ser irrelevante, las fechas, los meses y los números no parecían tener un sentido, ni una forma solo me nublaban más el panorama, el norte, pero aún habían cosas que me mantenían en este plano aunque no con los pies en la tierra.

A veces la realidad era distante y la percibía como un eco, como si mi mente estuviera ahí escuchando, observando y existiendo, pero mi cuerpo no. Transitar sin rumbo era una de las cosas que más solía hacer y generalmente con pasos borrosos, obtusos a veces muy lentos y otras un tanto agitados como si corriera permanentemente de algo junto a mi pensamientos erráticos y desordenados.

Yo sentía que volvía al mismo lugar y en un punto la automutilación y el desprecio habían dejado de tener sentido, ya no era por sentir algo o para no sentir nada, solo eran acciones casi automáticas sin propósito, sin placer o sin dolor. A diario trato de limpiar las paredes sucias de mi mente y de mi alma pero aunque a veces creo conseguirlo jamás logro limpiarlas por completo, no están limpias mi alma sigue sucia.

Frank observaba desde una esquina de su habitación sentado en suelo, las botas que le habían acompañado durante tantos años, manchadas tantas veces con la brutalidad de una golpiza o de su propia sangre que caía al suelo. No eran ni muy caras ni muy baratas, fueron compañeras en sus tantas aventuras e historias, el día que las compro conoció a Fede su mejor amigo que tocaba en ese momento en un casa ocupa no muy lejos de donde el vivía y a la que solía ir la gente de la escena gótica y punk de la ciudad.

Era difícil superar la nostalgia todavía le resonaba el eco de su risa descarada, las muecas que hacía, la forma en que afinaba la guitarra o la manera que tenía Federico de cantar en cualquier lugar y a toda hora, si los vieses de espalda sería difícil diferenciarlos como todo producto de la sociedad moderna, eran casi clónicos u homogéneos dentro de la escena que pertenecían, como si la chaqueta de jeans desgarrada, las botas altas, las cadenas y el cabello largo fueran una impronta producida en masa.

Fede murió y creo que jamás se ira el sentimiento de pérdida, recuerdo el llorar ebrio mientras él me consolaba por haber terminado a mi última novia, todavía me acuerdo de cuando hizo torta para mi cumpleaños, aun me duele la traición de su partida y todavía me sigue doliendo que nadie lo extrañe como yo lo extraño y desearía que todos los que se me han ido se quedasen para siempre. A falta de familia fuiste más de una vez un alivio en mi vida, por eso te amo, te sigo anhelando y si un beso mío te volviese a la vida juntaría mis labios iguales a los tuyos.

Nunca me gusto necesitar es de las cosas que más odie desde que era niño, con el paso del tiempo aprendí a tragarme las lágrimas y me puse una armadura de plomo para que nadie pudiese leerme, pero ese fue mi mal porque todo que toque, todo lo que tuve lo rompí con el fin de no comprometerme ni mostrar nada de mí.

Creo que siempre he estado buscando lo que me falta y ha sido un camino lleno de decisiones cuestionables, en algún momento deseaba cosas buenas cosas que yo no tenía y los demás sí, pero luego todo se empezó a torcer y termine siendo el líder de una secta, no me arrepiento en realidad, fue divertido mientras duro, la gente haría cualquier cosa por una pequeña esperanza y me incluyo, pero todo se salió de las manos cuando mate a Anica. Lo triste fue que en realidad yo la quería, ella me hizo bien pero como la historia siempre se repite necesitábamos sacrificar a alguien y no podía ser cualquiera ella era maravillosa, la quise mantener al margen aunque eventualmente termino ella sin saberlo siendo parte esencial del sacrificio ritual.

Nunca he creído en dios, ni en las fantasías bíblicas, la realidad es una sola y el satanismo para mi es mera teatralidad y presunciones, pero la gente haría cualquier cosa por ser parte de algo incluso vender el alma que no tienen. En un principio solo matábamos animales que nos encontrábamos por ahí, una jugarreta simple, luego vinieron los vagos de calle, conseguimos alguno que otro niño y precisamente los niños nos llevaron a la perdición, suponía que nadie extrañaría huérfanos, pero ellos son valiosos en los orfanato valen dinero, con tantos secuestros y despariciones de menores en la zona la policía no tardo en realidad en dar con nuestro paradero. Hago mea culpa en decir que soy un pésimo delincuente y siempre he sido descuidado con los detalles asi en un abrir y cerrar de ojos la policía nos tendió una redada en la casa de mala muerte, en la guarida donde nos escondíamos, con las velas, el pentagrama y mi novia desnuda en el suelo cortada y desollada como fiambre.

Frank 666Donde viven las historias. Descúbrelo ahora