Capítulo 18: La fiesta.

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Ella y Holly saludaron a Javi y me relajé un poco al ver que Judith había decidido bajar la guardia. Sabía lo que pensaba de mi amigo y puede que de todos los hombres en general, pero esa noche decidió concederse una tregua y simplemente disfrutar de la alegría de su hermana.

Después de un rato llegaron Nathan, Eli y Charlie y ya estábamos todos. Observé en silencio cómo Javi se había convertido en la sombra de Eli y se esforzaba muchísimo para hacerse entender. Ella no podía dejar de reír, pues mi amigo pasaba de las palabras a los gestos como si estuviera inmerso en una interpretación teatral.

Nathan estuvo ausente gran parte del tiempo, no se le veía cómodo, pero cuando quise darme cuenta se atrevió a traspasar las barreras y, finalmente, se acercó a Holly. Empezaron a hablar algo cohibidos, pero a medida que transcurrían los minutos podía apreciarse una conversación más fluida donde no faltaba el buen humor. Me alegré por ellos y admiré la valentía de Nathan, pues se podía decir que esa noche había vencido uno de sus arraigados miedos. Holly era todo alegría y en ningún momento se lo puso difícil, se limitó a seguir la conversación con familiaridad, incluso a gastarle alguna pequeña broma... Era agradable ver cómo poco a poco las piezas empezaban a encajar y todos encontraban su lugar, todos menos yo, que era claramente la pieza sobrante.

Nathan había estado nervioso las últimas semanas, inquieto con todo el asunto de sus hermanas, ni siquiera se había sentido con fuerzas de comunicarme su malestar, pero esa noche simplemente volví a ver al Nathan que conocía y eso me llenó de felicidad.

Tragué saliva y desvié súbitamente la mirada; me costaba concederme el privilegio de ser feliz y encontrarme a gusto con los demás, así que me serví una copa y caminé sin rumbo por el jardín para aislarme.

Pero ni siquiera entonces conseguí alejarme del todo, localicé a Charlie y todas las alarmas saltaron a mi alrededor. Como era de esperar no estaba solo, invertía todo su esfuerzo y dedicación en acaparar la atención de Judith. Ser testigo de cómo la avasallaba con palabrería superflua me enervaba sobremanera. Solo deseaba que se fuera de mi casa cuanto antes; sin duda tener que soportarlo era lo peor de toda la maldita noche. En ese momento Javi me miró e inmediatamente detectó mi hastío, verme así le produjo una carcajada.

«Ya puedes reír, ya... lo has hecho a propósito, siempre te ha encantado ponerme de los nervios».

Me concentré en mi bebida y tras esa vino otra, y luego otra más... A mi alrededor se habían formado parejas extrañas y eso me hizo sentir desplazado. No podía hacer nada salvo permanecer impasible en un extremo del jardín, sentado en una hamaca, escuchando música y acabando mi quinta copa. De tanto en tanto tenía la necesidad de mirar cómo el capullo de Charlie se las ingeniaba para tocar a Judith mientras vertía cientos de palabras en su oído, y pese a que ella procuraba mantener las distancias en todo momento, él insistía constantemente en invadir su espacio vital para dejar bien claro que le pertenecía.

¿Por qué me consumía tanto mirarles? Si salían o se acostaban juntos a mí no tenía por qué afectarme. Me reí silenciosa e irónicamente al pensar hasta qué punto me trastornaba esto. ¿Qué pasaba si mantenían una relación? Judith no era nada mío y podía hacer lo que quisiera.

Iba a por la sexta copa cuando un deseo incontrolado emergió de mí y decidí que ya no lo aguantaba más; cambié de rumbo en el último segundo y caminé decidido en la dirección de Judith. Charlie me contempló extrañado por mi repentino acercamiento, pero hice ver como si no existiera y me limité a coger a la chica del brazo, separándola de las garras de ese indeseable y llevándomela conmigo sin decir una sola palabra.

Jan, diez años sin tiOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz