That Boy Is Mine

I want that boy

Un ruido sordo y el líquido derramando de un vaso fue todo lo que se necesitó para que Wei Ying levantara la vista de su celular y, en cambio, la dirigiera a su hermano menor, el que aún sujetaba firmemente el envase de su refresco aferrándose a el mientras una de sus miradas asesinas era dirigida al otro lado de la cafetería en la que se encontraban.
Incluso antes de girarse ya podía hacerse una idea del motivo que llevaba a que Jiang Cheng tuviera tal reacción; desde la entrada de la tienda podía ver como Lan Xichen ingresaba mostrando su alegre y relajado rostro, adornado por esa sonrisa cortes que le diferenciaba del menor de los hermanos Lan. Pero, a mala suerte de sus expectadores, quien le acompañaba no era otro que aquella pulga molesta y pegadiza. Uno de los mejores amigos de XiChen y el rival amoroso de su hermano: Jin GuangYao.

─ ¿De nuevo ese tipo está con mi cuñado?, ¿y cómo es que conocen éste lugar? Realmente es mala suerte el ver a tu crush y tu mayor enemigo en tu local favorito─.

Aún si su hermano lo decía en broma, Jiang Cheng sabía que Wei Ying tenía razón, y un gemido de lamento junto con desagrado fue su respuesta, antes de recordar algo.

─ No debí darle ese café a XiChen... sabía que le había gustado, pero definitivamente no esperaba que viniera a éste lugar y menos...─ Otro gruñido molesto dejó su boca─ Con él─.

La energía se le escapó del cuerpo; apoyando sus codos sobre la mesa mientras hundía su rostro entre ambas manos sintió que la irritación colmaba más su cabeza y, la risa de diversión de Wei WuXian frente a él, sólo lo hizo maldecir por lo bajo y sacudirse ansioso el cabello, ya que sabía que aún si en un inicio intentó esconder todo enamoramiento y admiración por el mayor de los Lan, finalmente fue más que obvio para el molesto gremlim que le acompañaba el saber quien rondaba sin cesar por su mente y corazón; negarlo sólo lograría que las bromas aumentaran y esa no era una opción.
Mientras intentaba recomponerse y levantaba medio rostro de su escondite pudo ver el momento exacto en que los nuevos clientes cambiaban su atención de los letreros con productos y precios, para en cambio posarse en su mesa; GuangYao decía algo mientras señalaba hacia su mesa y, como si el tiempo fuera  tres veces más lento de lo normal, ese par de ojos amigables e igualmente profundos giraban para encontrarse directamente con él y saludarlos con alegría y esa reconfortante sonrisa.
Estaba tan jodido, y todo por culpa de ese hombre... y su acompañante.