"Te voy a follar tan duro que te olvides de que alguna vez conociste a ese imbécil".
advertencias: celoso Javier, menciones de alcohol, exhibicionismo, p en v sexo, angustia si entrecerras los ojos
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El whisky que Javi había estado bebiendo toda la noche se derrama sobre el escritorio y moja las sábanas con su tinta. Empuja el papel empado a un lado, empujándote sobre la mesa con un gruñido de tu nombre.
"Te voy a follar tan fuerte que olvides que alguna vez conociste a ese imbécil".
El líquido ámbar se funde en la tela crujiente de tu camisa de lino blanco, sangrando a través de las fibras y haciéndola opaca. Enfría tu piel, ardiendo, gracias a los afectos agresivos de Javi.
No tenías la intención de mencionarlo, tu ex. Simplemente se escapó con la lágrima que fluía de tus ojos, la habías limpiado rápidamente con la parte posterior de tu manga, pero él lo vio. Tu colega lo vio, e iba a asegurarse de que no lo volvieras a mencionar.
Sus pantalones ajustados se desechan en algún lugar de la oficina, agrupados en el suelo donde cualquiera podría bailar el vals y verlos. Pero te verían primero, doblado sobre el escritorio de Javier Peña con él empujando tus bragas hacia un lado y sacando su polla de sus vaqueros increíblemente ajustados.
Javi te separa los pies con el costado de su zapato, su pecho inclinado sobre tu espalda y presionando mientras envuelve su brazo alrededor de tu cintura. Él te tira a su largo, gimiendo algo incoherente mientras te quejas en el tramo. Pica como el whisky. Se quema, pero se alivia al mismo tiempo y tiene un sabor divino.
"Joder", Javier sopla junto a tu oreja, enganchando su mano en la unión de tu cuello y hombro. Él usa ese agarre y tira de tu cuerpo hacia atrás para cumplir con el ritmo cegador que establece en el momento en que te sientes cómodo con la intrusión.
Es ruidoso. Está desordenado. Las secretarias del edificio, sin duda, escuchan esto todas las noches, han sido la chica a la que Javier hace gritar para que toda la oficina sepa por qué las prostitutas con las que trabaja divulgan su información. No te importa, él cumple su promesa. No recuerdas a tu ex, y no recuerdas a los empleados de la oficina; diablos, no recuerdas tu propio nombre.
Te lo recuerda con un aliento pesado cuando
se corre.
