Primera prueba 1/2

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Pápaver y John traspasaron el último espejo. Todos los alquimistas viajaban a través de ellos a cualquier parte del mundo. Ese día se encontraron con otros alquimistas para el evento más importante de la década. La gente se abrazaba bajo las gradas de la plaza de toros de las Ventas en Madrid. Cientos de personas aparecían por los múltiples espejos colocados en los pilares. Hombres y mujeres uniformados con batas azules recibían a los participantes, entrenadores y público. Tomaban nota en grandes libretas, una coordinación que dejó estupefacta a Pápaver. Podía reconocer a los participantes por las correas de cuero llenas de frascos que llevaban a la cintura, el pecho o colgando del cuello. A ella le gustaba llevarlos en la cadera a modo vaquera.

La pareja esperó su turno detrás de una mujer rubia, con una túnica roja ajustada y una sonrisa encantadora.

—Hola, ¿su nombre por favor? —dijo el hombre con un parche en el ojo.

—Íngrid —respondió la mujer algo dispersa.

—Apellido.

—No lo sé.

—¿Cómo que no sabes tu apellido?

—Nunca se lo pregunté a mis padres, murieron antes de saberlo —respondió con una naturalidad que pareció no importarle.

—Tendrás una partida de nacimiento, documentos, escrituras... Algo que te diga el apellido que tienes.

—Bueno, en la puerta de mi casa pone "Welcome". —Íngrid se encogió de hombros.

—Hay una mujer en la lista llamada Íngrid, te anoto de apellido "Welcome".

—Me encanta. ¡Íngrid Welcome!, dueña y señora de la mansión Welcome, heredera de los tesoros de la familia Welcome, fundadora de la asociación secreta Welcome. —Íngrid se llevó las manos a la cadera alardeando de títulos que parecía estar inventándose.

—Lo que tú digas. ¿Vienes acompañada por tu entrenador?

—Sí.

—Y, ¿cuál es su nombre?

—Íngrid Welcome. —respondió sin perder la sonrisa.

—Ese es el tuyo, yo quiero saber el de tu entrenador.

—Pues eso, Íngrid Welcome.

Hubo un inquietante silencio en el que solo Íngrid se reía.

—Está bien. —El hombre del parche resopló—. Tienes el número 22. ¿Llevas objetos prohibidos?, ¿algún grimorio o libro de nigromante?, ¿animales, plantas o sustancias peligrosas? —Leyó el hombre las instrucciones de un papel.

—Lo más peligroso que tengo, es no haberte robado una sonrisa —dijo tan tierna que varias personas se giraron.

—Pasa por ese arco y sigue el pasillo hasta la plaza. —Indicó el hombre del parche, serio como una estatua—. Esto no está pagado. ¡Siguiente!

—Pápaver Williams. Participante del torneo de alquimistas.

—John Rock. Entrenador.

El único ojo del hombre les miró de arriba abajo.

—Tienes el número 214. ¿Llevas objetos prohibidos?, ¿algún grimorio o libro de nigromante?, ¿animales, plantas o sustancias peligrosas? —Repitió de nuevo.

—Tengo este gato que se llama Michu —dijo John. Abrió la bata gris para mostrar al animal embutido en un bolsillo.

—¿Es peligroso? —El hombre del parche dio un paso atrás asustado. Le sorprendió que Michu no tuviera boca, ni ojos, ni orejas.

3S9SJOS. La era del nigromanteWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu