—Vocabulario —regañe.

Papá se acercó a mí.

—Llegaron hace un mes, pusieron un taller  cerca de aquí.

Antes de decir algo los otros tres se acercaron a abrazarme.

—Ya no eres una niña, ¿eh? —Alfred me revolvió el cabello.

Y los otros dos se reían.

—Ya no tengo diez años, idiotas —mascullé.

Pasamos a casa.

—¿No era que estaban al otro lado del país? —pregunté.

—Sí, pero vinimos para hacerle compañía a el abuelo Gael.

Así se referían a mi padre a veces desde que Ada le dijo abuelo por primera vez.

Mi papá tuvo tres parejas.

En su primer relación tuvo a Alfred y Alfonso.

En su segunda relación tuvo a Fred y Frank.

Y en la tercera me tuvo a mí.

Soy la menor de cinco, y aunque todas las vacaciones se metían conmigo cuando éramos niños, disfrutábamos esos momentos ya que ellos vivían con sus madres, pero siempre fuimos muy unidos.

Papá nos enseñó eso.

Y él y yo nos volvimos aún más unidos cuando mamá se separó de él y se fue a Brasil.

Y solo me llamaba para mi cumpleaños, navidad y año nuevo.

A papá le afectó mucho la separación ya que él si amaba a mi madre, pero me cuidó él solo, e hizo todo lo posible para que sus cinco hijos estuvieran bien.

—¿Desayunamos ya? —preguntó Fred.

—Sí, tenemos que ir al taller —le dijo Alfred

—Pero es domingo —dijo papá desde el sillón en el que estaba.

—Solo serán dos horas, un cliente nuevo va a ir a dejar su auto y otro va a ir a retirar un Porsche —añadió Frank, que aún tenía a Ada en sus brazos.

—Esta bien, pero solo por hoy, los domingos deben descansar —
Accedió papá.

—De paso nos llevamos a Rebeca para que conozca nuestro taller. —Fred llevaba algunos platos a la mesa.

Lo ayudé con los otros platos.

—Por mí esta bien, pero Ada se queda.

—Mami —quiso replicar pero mi papá habló.

—Si Ada se va tendré que comerme yo solo los chocolates que tengo guardados.

—Me quedo —dijo enseguida.

Todos nos reímos, ella sonrió inocentemente.

                                            °°°

—¿Me puedes explicar por qué salimos como huyendo del taller? —preguntó Frank, deteniendo el auto.

Cuando llegamos al taller todo estaba bien, me lo mostraron y estuvimos hablando por media hora, hasta que llegó su cliente a dejar el auto.

Su cliente era Izan Roberts.

Y no podía dejar que me viera.

Mis hermanos no saben de mi relación falsa que tuve con él, mi familia nunca vio las noticias, ni leyó el periódico y menos las  revistas de chismes, por lo tanto nunca supieron de Izan y yo.

Seremos felices ✔Kde žijí příběhy. Začni objevovat