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📍 Manchester, 01:03 pm.

Cielo suspiró cansada dejando el celular sobre la mesa desganada, miraba la taza de té que tenía enfrente con rechazo, estos meses no la estaba pasando muy bien debido a la mudanza, se sentía aislada de todo, extrañaba tanto a sus amigas, trataba de ponerle la mejor onda pero la tristeza era cada vez más grande y su familia no ayudaba mucho.

Los padres de Cielo son ingenieros, una tarde normal su madre apareció en su habitación diciéndole que al otro día se mudaban a Manchester por cuestiones de trabajo, no le dijeron mucho, sus padres eran poco comunicativos con ella. Fueron directo al choque, a la joven chica de veinte años no le dio tiempo a reaccionar, cuando menos se lo esperaba estaba caminando por un tunel de embarque dejando todo atrás.

El único contacto con alguien de su mismo país eran sus padres y Matias, su novio, lo conoció en la oficina de su padre, más bien, sus padres los hicieron conocerse, no por gusto, sino por conveniencia. Cielo no se lo bancaba, era un creído, hablaba todo el tiempo de si mismo y no le importaba nada, si tenía la oportunidad de hacer sentir mal a Cielo lo hacía. Lo más caótico de todo es que lo veía constantemente porque sus padres organizaban almuerzos o cenas con los padres de Matías, por temas de trabajo y proyectos que tenían en mente, sus padres lo querían más que ella.

Ellos eran sus únicos contactos... hasta ahora. Cielo sonrió recordando al chico con acento cordobés que hablaba mejor que ella el inglés, estaba feliz de encontrar a personas de su mismo país que valieran la pena, la primera impresión de la pelinegra fue que Julián parecía un chico tierno y humilde, por las formas en las que se dirigía hacía los profesores y con ella, claramente.

Cielo vio la oportunidad de hacer un nuevo amigo.

Así que puso manos a la obra para tener más confianza con su compañero de inglés e iba a usar de excusa las clases. "Quien diría que las clases esas pedorras me iban a servir para algo" pensó con una sonrisa en la cara y de pronto apareció alguien en la cocina.

― Ah estabas acá ―dijo su madre apresurada revolviendo su cartera, buscando quién sabe qué.

― Buenas tardes para vos también ―ironizó la castaña al ver qué ni siquiera la miró.

― No tengo tiempo para jugar a la madre cariñosa ―la miró fastidiosa―Hoy viene Mati a cenar te pido por favor que dejes de poner cara de orto cuando está él.

Cielo giró los ojos irritada.

― ¿Eso venís a decirme?

― Si, porque con esa actitud vas a espantar al único chico que te está dando bola ―dicho eso la mujer se retiró de la cocina dejando a Cielo con las palabras en la boca.

― ¡Ese Matías es un pete! ―gritó con toda la bronca a pesar de que su madre abandonó el lugar.

Odiaba tanto que hiciera eso, la exasperante actitud de su madre con ella era algo que jamás entendería, porque no solo le bastaba con tratarla para la mierda también le arreglaba citas con los hijos de sus clientes o gente random de la empresa de la concha de tu madre. Cuando residía en Argentina recibía el afecto de sus amigas para escapar un poco de ese ambiente tóxico, en cambio, ahora en un nuevo país, una nueva ciudad y un nuevo idioma se sentía en la ruina.

Por eso hasta ahora su lugar de tranquilidad eran las clases de inglés y no se refería a las clases en sí, sino a cierta persona que tenía de compañero. Nunca se puso tan feliz por tener una clase de dos horas casi todos los días, se puso un outfit cómodo, agarró su mochila y se fue hasta la parada del colectivo porque sus padres no estaban y se llevaron los autos.

begin again ━ julian alvarez Where stories live. Discover now