— Sí. Quiero ir a la universidad de medicina pediatra. Si Mori-san nos compró, también nos adoptó. Así que es posible que pague mis estudios y me deje asistir a esa universidad, y también a Ryūnosuke al kinder. Usted es nuestro padre ahora, debería hacerse responsable.

El jefe de la mafia se sintió avergonzado y se quedó en silencio durante al menos un minuto. Al principio disfrutaba mucho el sufrimiento de los tres jóvenes, pero al "morir" Dazai y al ver llorar tan desconsoladamente a Ryū, le hizo recordar parte de su infancia y hacer un poco de compasión.

Comenzaban a agradarle las sonrisas de esos tres huérfanos.

— Regreso más tarde. Iré a ver a alguien.

Sin más, salió de la habitación, dejando a Chūya, Dazai y Ryū disfrutando su cena.

— Oye, Dazai, ¿crees que el jefe se haya molestado?

El castaño sonrió, y acomodó sus palillos al lado de su plato.

— Mori-san nos ayudará, pero su orgullo se lo impide. Quiero creer que él está cambiando y pueda ser mejor persona con nosotros.

*★*★*★*

Minutos más tarde...

Dazai había encendido el aire acondicionado de la habitación que compartía con Chūya y Ryū.

Con dos cobertores formaba un "cochecito" para él y para su pequeño Ryū, de manera que la mitad de los cobertores quedara debajo de ellos como si fueran sus asientos, y la otra mitad cubriría sus piernas siendo la parte delantera del coche. Las orillas fueron dobladas como las puertas. Sólo quedaba echar a volar la imaginación y viajar por lugares de fantasía.

Chūya los observaba desde la otra cama creyéndolos ridículos.

— ¡Chūya-san! ¡Ven a nuestro cochecito!

Invitó Ryūnosuke, sería él quien "conduciría" dicho vehículo.

— ¡E-Escribiré poesía! Por favor, no me molesten ni hagan mucho ruido.

— Ryū-kun y yo iremos a los lugares más lindos de la ciudad. ¿Verdad, señor conductor?

— ¡Sí! ¡Llevaré a mami pasajero a pasear por lugares muy bonitos!

Chūya trataba de ignorarlos, pero conforme pasaba el tiempo menos se concentraba en su escritura. Ese par estaba tan metido en sus imaginaciones que interrumpían sus pensamientos.

— ¡¿Viste ese perro, mamá?! ¡Era enorme!

Comentó el azabache, haciendo que Chūya volteara al instante.

— ¡¿DÓNDE?!

— Chūya, ¿Te sientes bien? Es obvio que no hay ningún perro en este lugar. Ryū y yo estamos imaginando escenarios, ¿podrías dejar de interrumpir por favor?

Chūya se quedó en silencio un momento. Apretaba sus puños para evitar decirlo, pero no lo logró. Se aproximó a la cama de Osamu y Ryūnosuke y se quedó callado.

— M-Me gustaría subir a su coche... ¿Puedo?

— Hmm... ¿Hay espacio para otro más, Ryū?

Ryū se acomodó al medio, y con una parte del cobertor sacó el "volante".

— Sí. Chūya-san, puedes subir ahí.

El pelirrojo tomó lugar en la orilla al lado derecho del niño, mientras que Dazai estaba del lado contrario.

— No conocía este extraño juego pero me agrada.

— ¡No sabes nada, Chūya! Ryū y yo jugamos al cochecito desde que él nació. ¿A qué demonios jugabas en el orfanato?

Chūya agachó la cabeza y volteó hacia el castaño lentamente.

— Yo... Odiaba ver a los niños jugar mientras tú eras abusado por ese maldito. Podía oír tus gritos de horror y tus llantos después de que eso pasara. Porque nunca demostraste debilidad frente a él. Por eso yo... No podía disfrutar jugar libremente mientras otro niño sufría cosas horribles.

Dazai se quedó en silencio, bastante serio. Agachó un poco la cabeza y derramaba lágrimas que salían por sí solas.

— ¿Te sentías mal por mí? ¿Entonces por qué parece que nos odiamos?

— No sé. Nunca lo entendí. Quizás porque era el consentido de los cuidadores.

Ryū empezaba a bostezar y a entrecerrar sus ojos. Tenía sueño, se había acostado en el mismo lugar donde estuvo "conduciendo" su coche.

— Casi muero cuando Ryūnosuke nació, ¿lo recuerdas?

— Sí... Estuve muy enojado con el Orfanato por no haberte permitido abortar. Los sigo odiando y algún día me vengaré.

— Y ahora, por Ryūnosuke no quiero morir.

— ¡Oye, no romantices tu desgracia!

— No lo hago, Chūya. Fue mi desgracia, y sufrí mucho, pero amo a Ryū, lo cuidaré y protegeré toda la vida.

*★*★*★*

Flashback.

Ryūnosuke había nacido hace dos horas, se encontraba envuelto en una sábana al lado de Osamu, sobre la misma cama.

El castaño se mantenía débil, sin fuerzas y apenas podía hablar. Su corazón estaba muy agitado, tenía sudor y temblores.

— Esto pudo haber sido un caso de violación infantil. ¿Tienen alguna idea de quién pudo haber sido?

Cuestionó uno de los médicos que atendieron el parto. Dazai quería contar toda la verdad, pero no articulaba palabra. Lloraba en silencio. Chūya se asomaba desde la puerta, con miedo a hablar.

— Nada de eso, doctor. El chico había estado escapando por las tardes, se encontraba con otro chico y tenían sexo todos los días.

Habló Akutagawa, el "cuidador de los castigos". No era el único en estar de acuerdo, sino que varios estaban involucrados.

— Osamu-kun, ¿Cómo te sientes?

Preguntó el doctor.

— D-Duele...

Respondió con esfuerzo. Estiró un poco una de sus manos para tocar el suave cabello negro del bebé que no dejaba de llorar a su lado.

— Míralo, es tan mono. Es una hermosura. ¡Quiero ser su mamá!

Comentó Nami, aún enamorada de Dazai. Tocó una de las manitas del bebé azabache cuando...

— N-No lo to-ques... Es mío, mi Ryū-no-suke...

*★*★*

Tiempo Actual...

Mori había regresado a casa y con un acompañante. Entraron a la habitación, y les pareció tierno ver cómo los tres compartían la misma cama.

— Ellos se ven lindos durmiendo. Dices que se pelean mucho ¿Verdad?

— Sí. ¿Qué puedo hacer, Fukuzawa-dono?

— Protegerlos.

ESCLAVOS DE LA PORT MAFIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora