— No puedo dejar de ver su rostro, me persigue —le digo a duras penas.

— Es normal —deja un suave beso en mi pelo y siento sus manos recorrer mi espalda en constantes caricias.

— ¿Has matado a muchas personas? —sollozo y me aspiro los mocos generados.

— Demasiadas. Y cada una de ellas se lleva un pedazo de mí, matándome lentamente.

Respiro profundamente para infundirme valor. Hay algo que me corroe aún más que eso. Y es el hecho de que Gabriel y Sila vayan a casarse. Puede parecer una banalidad, pero me duele profundamente.

— ¿Por qué? —le pregunto.

— ¿Por qué qué? —me responde.

— ¿Por qué me has hecho creer que sentías algo por mí, que había algo entre nosotros, si vas a casarte con Sila?

Siento como me separa de él y abro los ojos para mirarle. Su cara refleja una profunda tristeza.

— Es todo muy complicado. Antes de que aparecieras, Sila era mi mujer, la única mujer a la que me ataba un sentimiento. Quizá solo por mi pasado, por nuestro pasado juntos. Contigo me he dado cuenta que hay una parte de mí que es solo tuya y que aún puede salvarse...

— Pero... —me adelanto a sus palabras.

— Pero, no puedo huir de lo que tengo con ella —sentencia.

— ¿Dónde me deja eso a mí, Gabriel? —mi tono se endurece. No puedo entender su postura.

— Te deja donde quieras estar —entrecierro los ojos intentando averiguar que significan esas palabras realmente—. Yo quiero que estés a mi lado, que confíes en mí, que me dejes amarte y protegerte como mi mujer.

No parece dudar, pero, no me da ninguna confianza oír esto.

— ¿Y Sila?

— Sila será mi mujer de cara al resto del mundo. Es algo que llevo años... esperando, que ella fuese mi esposa. Se lo he pedido tantas veces que he perdido la cuenta. Antes de que aparecieses, pensaba que eso era la correcto, siempre ha sido mi única opción de salvarla.

— ¿Salvarla? Ella no necesita ser salvada, es fuerte, poderosa...

— Ella no es su apariencia. Esa coraza que se ha construido durante tantos años, solo está ahí para protegerla del mundo, pero por dentro es una mujer destrozada por los años de constante sufrimiento. Yo siempre he querido salvarla de sí misma. Por eso quería casarme con ella.

— ¿Ahora no quieres hacerlo?

— Ahora pienso que es lo prudente, es lo que debo hacer. Ya te dije en una ocasión, que no soy libre, que hay cadenas que me atan a ella.

Inspiro fuertemente y me siento en un sillón, poniendo mis piernas sobre él.

— Yo no soy un segundo plato. No puedo permitir que me prometas noches de pasión y que cuando estés con ella, también le hagas el amor.

— ¿Aún no sabes cuál es tu función en el Blood White? —no entiendo que tiene esto que ver con lo otro.

Pero, de igual forma fuerzo a mi mente a buscar la respuesta en mi cabeza, no la encuentro.

— ¿Cómo crees que Sila ha conseguido el respeto de todos esos hombres de negocios? —continua él.

— Siendo la mujer fuerte y segura que es —respondo.

— Ni de coña. Sila no es una prostituta ahora, pero si tiene que cerrar un trato en la cama con uno, con dos o incluso dando placer a sus mujeres, lo hace. Y algún día tú lo harás. Y mientras, yo me conformaré con prometerte amor cuando podamos estar juntos.

Blood White I (La historia de Bianca) #PGP2023Where stories live. Discover now