Vamos en un coche normal, nada de coches del club, ni chóferes. Kaleb me hace sentarme a su lado, en el asiento del copiloto. Algo que se me hace extraño a la par que cómodo.

Llegamos a un gimnasio en medio de una galería comercial. En la puerta reza un letrero de que solo los socios pueden acceder. Miro a Kaleb que me abre la puerta y me hace un gesto para que entre. El gimnasio es grande. Hay muchos hombres golpeando sacos, pegándose entre ellos, haciendo pesas... pero, cuando aparezco ante ellos, todos paran sus actividades para mirarme. Algunos de ellos, me suenan de haberles visto antes por el club. A otros no les he visto en mi vida. Lo extraño es que no hay ni una sola mujer.

Puedes pensar, que el hecho de que un gimnasio lleno de hombres semi desnudos y sudorosos me mire, debería excitarme, pero, la verdad es que me da miedo. Esa es la cruda verdad.

— ¡Chicos! —la voz de Kaleb resuena con fuerza en la estancia, que ahora está en completo silencio— Esta es Bianca, y a partir de hoy, va a entrenar con nosotros.

Nadie se ríe, nadie habla, simplemente hay un silencio abrumador que me oprime. Me estoy empezando a arrepentir de mi decisión.

— Hola —susurro levantando ligeramente la mano a modo de saludo.

Los chicos asienten y cada cuál sigue a lo suyo, como si la cosa no fuese con ellos.

— No les hagas mucho caso —me susurra Kaleb—, les intimidas un poco. Eres la primera mujer que pisa este gimnasio. Se acostumbrarán.

— ¿Y Sila? ¿Nunca viene por aquí?

— No, ella no suele entrenar aquí. Gabriel se encarga de ella y suelen hacerlo en una nave del puerto. Sabrías donde es, si hubieses dejado que Gabriel te entrenase, pero, ha sido tu decisión.

Asiento sin replicar, fingiendo que lo último me da igual. Me dirijo con él a un rincón donde hay dos chicos con pinta de novatos cómo yo.

— Dimitri, Caín —Kaleb se dirige a ellos mientras apoya su mano en mi hombro—. Esta es Bianca y entrenará con vosotros dos. Necesito hacer algo en la oficina, enseñadle los vestuarios y las instalaciones. Nos vemos en diez minutos en la zona de máquinas.

Kaleb se va y me deja entre los dos chicos, que se miran sonrientes. Uno de ellos se adelanta y pone su brazo sobre mi hombro como si me conociese de toda la vida, algo que hace que me tense incómoda.

— Bueno florecilla, soy Caín, acabo de llegar como personal del Blood White y este es mi primo Dimitri. ¿Así que te llamas Bianca?

— Sí —le digo mientras me giro para soltarme de su sujeción, lo que hace que el tal Dimitri se ría—. Soy Bianca y me acabo de incorporar.

— ¿También eres personal de seguridad? —ambos chicos se ríen con burla.

— Digamos que sí —le digo con toda la entereza que puedo— ¿Vais a enseñarme esto o tengo que verlo yo sola? —les espeto.

— Claro florec...

— No vuelvas a llamarme florecilla —le digo con enfado—, o te juro que lo lamentarás.

Es una amenaza vacía. Caín es alto, corpulento, lleno de tatuajes y cara de mal genio. Si tuviese que enfrentarme a él, caería en el primer asalto antes de que llegase a rozarme. Y no creo que un golpe mío le hiciese apenas nada. Dimitri es algo más bajo, aunque a mi lado, es un tipo enorme. Rubio y con cara de buenazo. No lleva tatuajes, algo extraño, por lo que veo en este gimnasio. También es corpulento pero menos y no parece un luchador.

Ambos chicos me llevan por los vestuarios, que solo son masculinos, lo que me hará tener que esperar y salir la última. Hay una sauna, una piscina para nadar, una sala de boxeo con al menos cuatro rings y luego la sala principal, dónde hemos estado antes.

Blood White I (La historia de Bianca) #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora