— No hace falta llevar la cuenta —le arqueo ambas cejas.

Su frente se posa sobre la mía y cierra los ojos.

— Me gusta estar así contigo—me susurra. Es casi inaudible, pero lo he oído perfectamente.

— ¿Qué nos lo impide? —le digo tomando su barbilla con mi mano y haciendo que me mire a los ojos.

— Todo nos lo impide. Tú no lo entiendes porque hay muchas cosas que no sabes, pero la vida lleva su curso y no puedo salirme del camino de golpe y dejarlo todo.

— ¿Hablas de Sila?

— Entre todas las cosas a las que estoy atado, una de ellas, es Sila.

Suspira y se separa de mí.

— Volvamos a la casa —me dice—, se ha hecho tarde y es mejor que nos vayamos.

— No es tan tarde —me cruzo de brazos molesta.

— Sí que lo es y por hoy, has tenido bastante entreno. Has conseguido darle a la lata ¿recuerdas? —me dice cambiando a un tono mas distendido y relajado.

— Sí —me dejo llevar por su buen humor y dejar el tema estar, pero me preocupa mucho todo lo que parece frenarle conmigo.

Me he dado cuenta que cuando se deja llevar y estamos juntos parece feliz, relajado, tranquilo y encantado de pasar ratos conmigo, pero de repente algo debe pasar por su cabeza y se retrae, que refugia en sí mismo y no me deja acceder a lo que quiera que hay ahí.

Recogemos todo, lo guardamos en el maletín y regresamos en silencio a la casa. He aprendido a respetar sus silencios que muchas veces parecen decir más que sus palabras. Llegamos a la casa y nos encontramos un paquete sobre la mesa.

Gabriel me hace un gesto para que no me acerque. Es muy cauteloso con todo y no se fía de nada. Ya me dirás quien se va a colar aquí, a atacarnos. No sé ni si esta isla aparece en los mapas.

Le veo fruncir el ceño y con una navaja cortar el hilo que recoge el paquete. Me asomo por encima de su hombro y veo que el remitente es Sila. No entiendo tanta cautela, Sila está de nuestro lado, sabe que estamos aquí.

De repente Gabriel parece relajarse y me tiende una nota.

"Estimada Bianca.

Gabriel me ha transmitido tu intención que intentar continuar con las clases de la universidad. Lo he arreglado para que te dejen hacerlas on-line. Espero que este portátil te sea de ayuda. He podido incluirte unos archivos con los apuntes de otros años de las materias, por temas de seguridad hemos tenido que vetar los archivos descargables y las conexiones a internet solo se pueden establecer con las página vinculadas a las clases.

Deseo que estés más contenta así.

Te aprecia mucho, Sila."

Miro a Gabriel que tiene entre sus manos mi portátil. El mismo que me dieron cuando llegué a Nueva York. Sonrío y lo cojo entre mis manos.

— Por fin —le digo.

— Ahora volverás a estar ocupada —parece un tono quejumbroso.

Dejo el portátil en la mesa y me acerco a él, rodeo su cuello con mis manos y de un bote, salto y rodeo su cintura con mis piernas. Sus manos rodean mi cintura y con su nariz frota la mía. Es un gesto que siempre me hace antes de besarme y ya puedo adelantarme a él y lanzarme sobre su boca.

Él me recibe con ella abierta y la lengua juguetona. Sus manos se cuelan bajo mi camiseta y la va levantando poco a poco. Con mis caderas me froto contra su entrepierna que se aprecia cada vez más grande y dura.

Blood White I (La historia de Bianca) #PGP2023Where stories live. Discover now