uno ; su regreso

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Andaba de aquí para allá dentro de la cocina, tomando cualquier ingrediente que me fuera útil para hacer una buena pasta. Hoy era el día en que el amor de mi vida regresaba de Francia, Ajax solía viajar demasiado últimamente, pero era porque demasiadas revistas le pedían ser la cara de sus portadas. No miento cuando digo que él es el hombre más guapo que he conocido.

Mis manos se movían rápido, ansiosas por recibir a quien me ha hecho feliz por años. 

Ni siquiera estábamos casados o algo así, era muy nuevo en el mundo de la fama como para estancarla por culpa de un matrimonio. Usábamos anillos de pareja y collares a juego. Él tenía la pata de un gatito negro y yo de uno blanco. Éramos demasiado románticos ¿no es así?

Sacudí la cabeza para concentrarme en la pasta que al paso de los segundos se volvía más blanda. Mis manos, aún intranquilas, a cada lado de la estufa y mi pie rebotando en ansias. Mi celular resonó al otro lado de la habitación y mi corazón se batió alegre en mi pecho. Corrí para tomarlo y contestar la llamada.

Mi ceño se frunció en confusión al notar un número desconocido reluciendo en la pantalla. Contesté, aún dudando de quien podría llamarme desde Kansas.

El silencio me recibió por unos segundos, así que me decidí por hablar.

— ¿Hola? ¿Quién llama?

El silencio más espeso me respondió y después la llamada fue finalizada. Me asusté un poco, pero el asunto se pasó a segundo plano cuando escuche el sonido de unas llaves en la entrada. Mi cuerpo volvió a llenarse de euforia. Pronto corrí hacia el espejo cerca de la puerta, arreglando mi cabello y viendo si mi ropa era lo suficientemente decente como para recibirlo.

Cuando la puerta fue abierta, un chico alto me recibió con una sonrisa grande y unos lentes oscuros cubriendo sus ojos. Salté a sus brazos para recibir su calor. Aunque apenas puse un pie fuera, el frío me caló en lo mas profundo de los huesos.

— Cuidado, linda. Hoy está a nada de nevar.

Su voz tan sedosa como la recordaba me golpeó la oreja derecha, yo reí como una colegiala antes de separarme de su cuerpo.

Su pequeña maleta entró primero a la casa y después entró él. Su cuerpo se veía gigante con esa chamarra gigante y la enorme bufanda cubriendo su cuello y parte de su barbilla. La nariz la tenía pintada en un adorable rosa y sus mejillas estaban tan agrietadas debido al frío que casi lo obligo a darse un baño caliente.

Dejó la maleta en el recibidor, se quitó la chamarra y la bufanda para terminar acercándose a mi y dejarme un beso tibio en los labios. Lo había extrañado tanto que podía jurar que sus besos sabían diferente a la ultima vez. Su olfateo nos separó repentinamente.

— Huele a quemado.

— ¡Mi pasta!

Corrí hacia la cocina con pasos rápidos, estaba molesta pero su adorable risa me hizo reír también. Aunque de todas formas, no pude evitar hacer pucheros al ver la cena de hoy pegada a la olla, con un color casi tirándole al negro. Sus brazos me rodearon la cintura y su cabeza se puso encima de mi hombro derecho.

— Pediré la cena — Me dejó un beso en la mejilla antes de alejarse nuevamente y esta vez tomar su celular — ¿Quieres pizza o algo más elegante?

— Una pizza me parece perfecto.

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las pequeñas cosas // wenclair [h]Where stories live. Discover now