38. Fin, ¿o no?

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El maldito vestido y el corsé tan apretado no la estaban dejando respirar, sin pensarlo dos veces tomo su daga y rompió el vestido y la ropa interior por la mitad. Ella empezó a respirar mejor, pero aun así ella no volvía en sí. Haciendo mil malabares se quitó el abrigo y lo puso encima, para que el estúpido de Kellogg no viera ninguna parte del cuerpo de su mujer.

Con los ojos aun cerrados Joanne empezó a jadear suavemente por aire.

—Joanne. Joanne —repitió dándole pequeños golpecitos en la mejilla, su cuello seguía colgando inerte hacia atrás.

Joanne seguía flotando en el limbo, suspendida, con los brazos abiertos. Ni despertaba, ni se movía. Su cuerpo se mantenía flácido en los brazos de Dominic.

Trató de devolverla a la vida compartiendo su aire a través de la boca, tal como le había explicado Hannah una vez al volver de uno de sus tantos viajes. Aparentemente no lo estaba haciendo bien, debía llevar rápidamente a Joanne con un doctor.

Buscó a Kellogg para que condujera el carruaje de Heartstone, sería contraproducente llevar a Joanne a caballo en el estado en que estaba, de igual manera, no sabía si Starfire sería capaz de llevarlos a los dos, después de la carrera en que la había traído hasta aquí.

No. Lo mejor era llevarla de manera segura en el carruaje.

Su cabeza giró, no vio al conde por ninguna parte.

Maldito bastardo cobarde, había aprovechado el momento para escapar.

—Aquí. Aquí —gritó Kellogg detrás de él.

—¿Qué estabas haciendo?

—Pensaba asegurar los caballos al carruaje, Heartstone se llevó un caballo y creo que lo más seguro para la duquesa es que la lleves cómoda en busca de un médico. Yo conduciré. A menos que desees esperar por tus amigos. Pero... el fuego pronto se expandirá hacia el bosque y será imposible salir de aquí.

¡Sus amigos! Dominic se había olvidado totalmente del incendio y que había enviado por Edward y el camión de bomberos.

—No pude mover al hombre que asesinó Heartstone antes de salir de aquí —siguió Kellogg—, imagino que solo habían soltado un caballo y luego nos vieron en el camino, pelearon por el mismo, siendo Heartstone el ganador. Lo malo es que Reiner quedó demasiado cerca de las ruedas y hay que moverlo para poder salir.

Dominic llevó a Joanne al carruaje y la colocó en el asiento con mucho cuidado.

—Agárralo por debajo de los brazos, levántalo con fuerza —ordenó Dominic.

Kellogg volvió a correr por el costado, lo agarró por debajo de los brazos y tiró del bulto hacia arriba con un gruñido. Pero se escapó de sus manos y voló hacia atrás, aterrizando con fuerza sobre su trasero.

Maldito debilucho.

Dominic caminó hacia el otro lado, lo tomo por los brazos y lo arrastro unos metros. No del todo exitoso, pero lo suficientemente como para salir de allí. Se introdujo en el carruaje y volvió a tomar a Joanne en sus brazos.


Un par de respiraciones y ella empezó a toser.

Tos.

Sí, esa era una buena señal.

Su cuerpo se convulsionó y una fuerte tos con humo salió disparada de sus pulmones hacia el aire.

—Dominic, viniste —susurró suavemente.

El Duque del EscándaloOnde histórias criam vida. Descubra agora