X

3.6K 355 107
                                    

Finalmente mis cortas vacaciones habían llegado a su fin. Estaba en el aeropuerto, los audífonos colgaban de mis oídos y las ruedas de mi maleta resonaban en el suelo.

Juan iba a mi lado, no paraba de repetir lo mucho que me iba a extrañar y hacerme prometer que volvería de nuevo en cuanto pudiera.

Él me había ayudado con todo el tema del check-in, y ahora tan solo faltaba pasar las puertas para ingresar a las bandas transportadoras en las que revisaban las maletas.

El problema es que ahí, Juan no iba a poder entrar.

—Creo que llegó el momento de la despedida.

—No sabes cuánto me duele tener que despedirme de ti otra vez.

Su cara era de tristeza, lo sabía aunque no lo demostrará. Hace varios meses había comenzado a insistir para que me mudará a México. Me había dicho que conseguiríamos un lindo apartamento, que juntos íbamos a lograr hacer mi traspaso de universidad.

Pero yo no quería. Y era por dos razones.

Uno, tenía una vida en Bogotá. No era perfecta, pero si me mudaba eso significaría que no vería a Maru, ni a Ángel, por mucho tiempo. Y era algo que me aterraba, no ver a mi mejor amiga y a mi pareja en tanto tiempo.

Y segundo, porque detestaba sentir que era un peso para Juan. No lo iba a dejar pagar un centavo en cuanto a mi. No quería sentir que me aprovechaba de él.

Y por eso, siempre me negaba.

—Volvere cuando menos te des cuenta, y vamos de nuevo a jugar Street Fighter, cómo antes. Todo esto ha sido increíble Juan, gracias por invitarme.

Me acerque a él con los brazos abiertos, Juan hizo lo mismo y nos fundimos en un abrazo que no quería que acabará.

—No fue nada, Aly. Gracias a ti por aceptar, has sido la mejor acompañante y la mejor hermana que he podido desear. —Susurro contra mi oido y pude sentir su voz quebrarse.

No era una sorpresa que a ambos nos afectará despedirnos de nuevo, luego de haber compartido más de la mitad de nuestra vida juntos.

Sin embargo, y aunque quería quedarme así con él por el resto de lo que me quedaba de vida, el tiempo comenzaba a correr y el vuelo no tardaba en ser anunciado.

Fui yo la que rompió el abrazo luego de algunos segundos. Mire una vez más a Juan, antes de separarme completamente del abrazo, y tomar mi maleta.

—Te amo Juan.

—Y yo a ti, Aly.

Con un nudo en la garganta y tantas emociones queriendo salir a flote, asegure mejor el agarre sobre mi maleta, y di media vuelta.

Pasaron exactamente cuatro segundos antes de escuchar mi nombre ser gritado.

—¡Alyssa! ¡Lyss!

Aquella voz. Gire sobre mis pies, frente a las puertas que me separarían de Juan.

Justo al lado de mi hermano, estaba Mariana.

Respiraba agitadamente, intentando recuperar el aliento. En su mano traía una bolsa de papel, y en la otra el celular.

—¿Osvaldo? —Pregunte con una sonrisa y con el ceño fruncido, mientras volvía a acercarme a ambos chicos.

—Dios, Alyssa. Dijiste que tu vuelo salía a las cuatro.

—Ah, ¿Sorpresa? —Fruncí los hombros mientras lo veía medio sonreír, ahora poniéndose en pie de forma correcta, sacándome una cabeza de diferencia.

𝐂𝐀𝐋𝐄𝐈𝐃𝐎𝐒𝐂𝐎𝐏𝐈𝐎 | ElMariana | CANCELADAOù les histoires vivent. Découvrez maintenant