THUNDERCLOUDS
Autores de la canción: SIA, Labrinth, Diplo, LSD
Narcissa se encuentra sentada en el comedor, la comida comienza a saber insípida, pero sabe que no es que los elfos lo hayan hecho mal.
- Nini- dice con voz seria.
- ¿Qué puede hacer Nini, por la señora ama Narcissa? – responde la elfina con voz temblorosa y con el típico tono de reverencia de los elfos.
- Retira el servicio y tráeme una taza de té de menta – su mirada se desvía cuando escucha la chimenea.
"Ha llegado"
- Sí, señora – hace una reverencia y se va, unos segundos después aparece un juego de porcelana con su té listo. Suspira, toma su taza y da un sorbo. Sonríe por el sabor cuando escucha la voz de Lucius a lo lejos.
- Si, querido - sabe que solo puede decir eso.
La noche cae y su cuerpo está cubierto solo por su camisón de seda blanco, sus manos acarician su cabello mientras lo desenreda, levanta la mirada y ve como su marido se mete a la cama y con un simple "Buenas noches" da por terminada la charla.
Sale corriendo de la mansión de Vivian, ya no soportaba los chismorreos, a ella que le importa que Miller se acueste con su secretaria mientras su esposa cuida de su hijo.
Corre lo más rápido que puede mientras el cielo se llena de nubes cuando sus piernas se tambalean de cansancio haciendo que se siente en el suelo, no le importa que su vestido se ensucie, por algo existe la magia, se quita los zapatos y camina por el césped con sus pies descalzos cuando la lluvia comienza a empaparla, sonríe recordando cuando salía con sus primos a jugar los días de tormenta, se deshace el moño alto que lleva, su cabello rubio cae como una cascada, el viento y la lluvia hacen que se le pegue a la cara mientras suelta una carcajada.
- Narcissa, por Merlín ¿Qué haces aquí? – escucha la voz de Lucius quien lleva la varita en alto y su túnica negra impecable, él la mira y frunce el ceño.
- No te importa realmente que hago aquí– le responde y señalándose a sí misma continua- es porque estoy así.
- Eso es obvio, eres una señora de sociedad, déjate de ridiculeces, arréglate y vámonos.
- ¿Ridiculeces?- dice incrédula - Lucius, así me conociste – responde con amargura y la mirada baja - Con los pies enterrados en el lago negro y la falda del uniforme hasta la cintura, conmigo llena de barro.
- En ese entonces eras una niña, ahora es distinto – dice con seriedad.
- ¡Y TU TAMBIEN! - le dice mientras lo señala - ¿Qué ha cambiado? Antes tenías la confianza de que sin importar nada me amarías- dice con tristeza - como fuera – reitera con la mirada perdida y nublada por las lagrimas.
- Sabes que antes no tenía nada que perder, ahora podemos perderlo todo, tenemos que seguir a la sociedad mágica, eso es lo que ha cambiado, somos adultos– su voz suena fría pero con un deje de amargura.
- ¿A dónde se fue el amor? – dice afligida y ve como los ojos del hombre la miran con tristeza - ¿Qué perderíamos?
- El amor sigue, sabes que te amo, pero no quiero que la gente te haga sufrir, quiero que tengas todo y si se va todo, ¿Qué nos quedaría? ¿Qué te daría?
- Lo único que necesito de ti, es que digas cuánto me amas a diario, no necesito que aquellos idiotas me den elogios, me den dulces mentiras para tener el favor, no quiero nada de ellos, solo te necesito a ti aquí conmigo – le extiende la mano.
- Te amo, Cissy, siempre recuerda que eres lo más hermoso que me dio la vida.
Ambos se toman de las manos, él rubio le toma el rostro para acomodar un mechón de su cabello tras la oreja, cuando ella le da un pequeño beso y con un rápido movimiento lo tira al suelo, el levanta la cabeza y ella aprovecha para arrebatar el listón que sostiene su cabello en una coleta baja haciendo que Lucius por primera vez en mucho tiempo suelte una carcajada, se sienta y comienza a quitarse los zapatos para correr atrás de Narcissa y atraparla en un abrazo, sellando con un beso esa tarde llena de nubes de tormenta.
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