El castañito vestía sólo una camiseta amarilla, una jardinera de mezclilla y unos zapatitos blancos, pero Yeonjun se derritió de ternura al verlo y pensó que estaba viendo al niño más bonito del mundo.

ㅡHola, cariño ㅡsaludó la madre de su compañero con una dulce sonrisa.

ㅡHola, señora Choi.

Casi al instante apareció la madre de Yeonjun, secándose las manos con un paño de cocina. Se saludaron amigablemente y la castaña se ofreció de ayuda en la cocina al ver a la mujer un poco atareada con la preparación del almuerzo.

ㅡSi gustan pueden ir a jugar al patio ㅡofreció la pelinegra a los niños ante de desaparecer por la cocina.

Yeonjun asintió y se giró a ver a Beomgyu, quien seguía parado en el marco de la puerta un poco tímido, los dedos de sus manitas jugaban entre sí y relamía sus labios de forma nerviosa.

ㅡAdelante, Gyunie.

El castañito claro asintió y con pasos vacilantes se adentró más a la casa, su actitud estaba siendo un poco diferente a lo usual. Yeonjun cerró la puerta de entrada y se plantó frente a Beomgyu con una gran sonrisa, que de alguna forma logró bajar el nerviosismo del pequeño.

ㅡ¿Qué quieres hacer, osito?

Las mejillas de Beomgyu adoptaron un color carmín ante el cariñoso apodo que Yeonjun le había colocado hace algunas semanas atrás en una de sus actividades de la escuela.

ㅡYo digo que jugar a los besitos es una muy buena idea ㅡcontestó Yeonjun antes de que el mayor pudiera hacerloㅡ. Yo te presto besitos y después tú me los devuelves.

De los labios del castaño salió una pequeña risita. No era la primera vez que su amigo le proponía ese tipo de juego.

ㅡEstás loquito, Yeonjunie ㅡdijo riendo Beomgyuㅡ. ¿Podemos ir a tu cuarto a dibujar? Afuera está haciendo mucho calor todavía para salir a jugar.

Yeonjun suspiró dramáticamente cuando su juego fue rechazado, pero terminó accediendo a la petición de su niño bonito. Ambos subieron las escaleras hasta llegar al cuarto del pelinegro. Beomgyu entró como si fuera su propia habitación, sacó hojitas de un estante y la caja de lápices de un cajón. Dejó todo el material al centro de la mesa y se sentó en una de las sillitas para comenzar a dibujar.

Yeonjun se quedó parado en el marco de la puerta, contemplando la concentración del menor en hacer los trazos del dibujo. Y una vez más estaba esa rara sensación en su pechito y estómago, una sensación de calidez y ternura.

ㅡ¿Qué vas a dibujar? ㅡpreguntó el mayor acercándose a Beomgyu.

ㅡA mi lorito, Toto ㅡdijo mirando al pequeño a los ojos y con una tímida sonrisa.

Yeonjun asintió enternecido y dejó que su amiguito siguiera en lo suyo. Tomó asiento en la silla de al frente, pudiendo observar al castaño más de cerca.

Tenía muchas ganas de que Beomgyu aceptara su juego. No era muy difícil de jugar, ¿o sí? ¡Sólo era darse besitos! No había más ciencia que esa.

No sabe cuánto tiempo pasó mirando al menor, pero se sobresaltó un poco cuando su madre avisó desde la escalera que el almuerzo estaba listo para ser servido. Beomgyu dejó de dibujar y se levantó rápidamente de la silla, extendiéndole una mano a su compañero.

ㅡVamos, Yeonjunie; tengo un hambre terrible.

El pelinegro con una suave sonrisa aceptó la cálida manita del contrario, y juntos bajaron hasta el primer piso, no soltando sus manos hasta que la madre de Beomgyu les puso el plato de comida en frente.

The Prince And The Dwarf ✦ YeonGyu OSWhere stories live. Discover now