El cazador hasta pensó que caería en la trampa de tocar o siquiera hacerse un rasguño con la daga maldita, pero ella estuvo allí cuando fueron forjadas, y sabía que por nada del mundo podía permitirlo. Si no, estaría chillando como José Alonso, o algo peor.

No, los cazadores que sobrevivieron a la matanza y de milagro acabaron en El Sirada, no estaban preparados para ella. No había nada que temer, al menos no de momento. Pero los años le enseñaron que los rumores se expanden, y que esa situación se descontrolaría en cualquier momento. Y todos sus planes de anonimato se irían al demonio.

—¿Al menos se va a recuperar? —Diego intentó volver a tocar la herida, pero el vampiro lo apartó con todas las fuerzas que aún tenía.

—La estaca estaba envenenada, quizá tenga fiebre. Para mañana con suerte estará mejor. Es eso, o lo tendremos chillando como cría un día más.

—Terrible —le dijo Diego—. ¿Nos vamos a mudar? Con eso que de pronto hay cazadores...

—Tal vez —murmuró Aliz. Había un pequeño detalle.

—De hecho, creo que sí —dijo José Alonso—. La cazadora bebé nos conoce.

—¿De dónde? —preguntó Diego arqueando una ceja.

—Es la princesa-angelito-bebé de Aliz.

—¿La chica Bautista? —A juzgar por el tono de Diego, diría que no se la creía, o que lo tomó por delirios del herido. Pero al mirarla a ella, la cosa cambió—. ¡¿La chica Bautista?! ¡Qué me estás diciendo!

—No me di cuenta de que era ella hasta que gritó...

—Cosa rara, porque ya conoce sus gritos, aunque otro tipo de gritos siendo específicos... 

Aliz miró a José Alonso con furia, sus ojos se tornaron violetas de pronto. El vampiro tenía la frente llena de sudor, la fiebre estaba empezando. Podía perdonar sus delirios, pero no que se burlara de ella.

—¿Entonces al final si te la cogiste? Milla dijo...

—¡Suficiente! —gritó molesta—. Nadie sabía que Danielle era parte de los cazadores, estoy segura de que no entró aquí para espiarnos o averiguar más de nosotros. Ahora es una enemiga, y tú —señaló a Diego—, será mejor que interrogues a Milla. Ella la trajo aquí, y en los viejos tiempos, los cazadores pertenecían a familias prestigiosas. Puede que ella sepa algo, o que su familia también esté involucrada.

—Lo dudo, pero está bien, lo haré —respondió el chico—. ¿Y qué pasó al final?

—Maté al padre.

—¿Y Dani...?

—Vivita y coleando —interrumpió José Alonso—. O eso suponemos, la dejamos en el puerto.

—¿En serio? ¿Por qué no la mataste a ella también?

—Porque se enculó en una noche —respondió el otro, y rio para sí mismo.

—Te voy a romper la puta cara si sigues hablando —dijo Aliz entre dientes. ¿Lo peor? Que quizá tenía razón.

La vio desde el instante en que puso un pie dentro del apartamento. Fue como un rayo de luz interrumpiendo en las sombras de la decadencia. Con ese caminar suave y cauteloso, su mirada pura y curiosa, sus gestos suaves, su inocencia. Lo primero que pensó cuando la vio fue que cuando esa chica la descubriera en un rincón de la sala, frunciría el ceño, haría un gesto de mal gusto, y le daría la espalda.

Pero la muchacha la miró pasmada. A lo lejos, Aliz pudo escuchar los latidos acelerados de su corazón. No pudo resistir la tentación de seguirla, fue casi una necesidad. Una vez a su lado, aprovechó cada instante de esa cercanía. Del olor de la crema corporal que llevaba, del perfume de su cabello. Y también del olor suave y atrayente que despedía su piel. Su aliento casi dulce, su sudor. Toda ella la llamaba, encendía todos sus sentidos.

Era delicada como una princesa, más tarde supo que era tan suave como un ángel. Y que también sabía a gloria. Sus torpes intentos de seducirla solo atraían más a Aliz, ¿para qué se esforzaba esa linda criatura? Si cualquier cosa que le pidiera, ella iba a cumplirla. Quiso tocarla, y Danielle le rogó que lo hiciera. Le juró que no estaba borracha, y que no olvidaría. Y a pesar de la tentación que era besarla y tocar sus rincones prohibidos, resistió. Porque sí que quería hacérselo, con calma. Degustando cada parte de ella, sintiéndose en la cima de tener a ese ángel debajo de ella.

Y ese ángel resultó ser una cazadora. Una perra cazadora. Nunca se sintió tan engañada, tan asqueada de sí misma. ¿Cómo pudo desear a alguien que descendía de esos bastardos? ¿A quién portaba una de las dagas? Debió arrancarle la cabeza cuando pudo, pero por alguna razón le pareció suficiente castigo dejarla ver como mataba a su estúpido padre.

Debió matarla, sí. Ahora había una sobreviviente del ataque, alguien que sin duda iría con el chisme al resto de sus colegas cazadores, quienes quizá aparecerían pronto en la puerta de su decadente nuevo hogar.

—Entonces nos vamos —continuó Diego—. ¿Cuánto crees que tarden en venir aquí?

—No tengo idea, no sé cuántos serán, o si querrán enfrentarme después de lo que le hice a ese tipo.

—Iré a buscar otro sitio donde quedarnos —le dijo. Tenía que confiar en el humano, el único que podía firmar un contrato allí—. ¿Me das dinero?

—Sácalo de mi billetera, y no tardes. Yo vigilaré a este estúpido.

—Estúpido, pero de buenos sentimientos... a veces. —José Alonso se rio otra vez. Ella puso los ojos en blanco, tal vez si lo ponía a dormir con un par de golpes iba a sentirse más tranquila.

Sí, eso era lo que necesitaba. Calma para pensar qué hacer. 



************

¡Buenas, buenas! Ya tocaba conocer a estas criaturas del señor xd De hecho, tengo un meme que lo explica

¿La buena noticia? Mañana salgo de vacaciones, así que actualizaré más seguido para quitarme el muerto del ONC 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¿La buena noticia? Mañana salgo de vacaciones, así que actualizaré más seguido para quitarme el muerto del ONC 


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Frontera de cazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora