Arabella: Okey.

Dijo con ánimos, y solo comenzamos a recostarnos otra vez, y ella nuevamente permanecía en mi pecho.

No decíamos nada, solo mirábamos el techo mientras sentíamos nuestras respiraciones, hasta que Bella se apoyó un poco en mi pecho y me observó por unos segundos.

Arabella: Eres muy hermoso ¿Lo sabías?

Lo dijo con una sonrisa, lo cual provocó en mí un enrojecimiento en mis mejillas, que intenté cubrir con mis grandes brazos, pero después solo me di la vuelta y ahora era al revés, yo estaba encima de Bella, observándola y admirando cada parte de su lindo rostro.

Billy: Tú igual eres muy hermosa.

Bella rió y soltó algunas carcajadas, y lo único que hice fue darle un gran beso.

Nuestros labios se juntaban y hacían magia juntos, añadiendo que Bella tenía la costumbre de meter su mano en mi melena y jugar con mis rulos mientras nos besábamos, y yo solo la tomaba de la cintura o de la nuca, lo cual hacía de estos besos los mejores.

Nos separamos poco a poco, pero Bella no dejaba de admirar mi rostro, hasta lo tocó con su manos, como si estuviera probando que fuera de verdad.

Arabella: Te amo.

Dijo sin más, un te amo tierno y lleno de amor, así como los solía decir.

Arabella: Me encanta el color azul, pero creo que el de tus ojos es mi favorito.

Eso provocó en mí un gran revoloteó de emociones, la tristeza, el enojo y el orgullo se fueron, y la felicidad, paz y tranquilidad llegaron, invadiendo absolutamente cada parte de mi cuerpo.

No cabía duda que Bella me hacía sentir extraordinario.

Sonreí como un idiota y por alguna razón no podía dejar de hacerlo.

Lo cual provocó que Bella se riera también.

Billy: Adoro esto.

Bella dejo de reír por unos segundos, pero su gran sonrisa seguía intacta, pero me prestó absoluta atención.

Arabella: ¿Qué cosa?

Billy: Tú risa, tú sonrisa, estos momentos en los que solo somos nosotros dos.

Arabella: Te aseguro que de un momento a otro derramaremos miel.

Billy: Lo sé, pero nunca dejes de reír, al menos que ya no me ames.

Solo nos miramos un poco, y después de hablar y hablar, nos levantamos de la cama, con pesadez, pero lo hicimos.

Ya estábamos cambiados, así que decidimos bajar a ver si de casualidad había algo para desayunar antes de irnos.

Arabella: Solo hay huevo, pan de caja y frutas.

Billy: ¿Podrías hacer algo con eso?

Arabella: Podría...

Bella se quedó pensando, hasta que me tomó de la mano y me guío hasta la puerta de salida.

Arabella: ¿Te gustan los burritos?

Billy: Sí.

Arabella: Entonces está vez yo te llevaré a comerlos a un lugar delicioso.

Dijo sin más y salimos de casa, pero Bella tenía las llaves de mi auto.

Así que cuando llegamos se las pedí, y ahí entendí todo, ella quería conducir mi auto.

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