Capítulo Tres: Ágata roja.

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—¡Maestra! —vocifera Celá antes de tocar la puerta de titanio rojo llena de dibujos de serpientes.

—Querido, debes controlar tu impaciencia. —Una mujer se encuentra en medio de la habitación, repleta de oscuridad e infinidad de telas por todo el lugar. Su cabello está por toda su cara y debido a su piel blanca como la de los muertos, parece un ser sin vida.

—La ocasión lo amerita. Álec está a punto de conseguir que dos humanos se amen.

—Ja, ja, ja. —Aquella risa retumba por el espacio del lugar y cuando cesa se vuelve a escuchar algunos ruidos como si alguien estuviese comiendo.

—Entiendo... ¿te parece bien? —Celá rueda la cabeza confundido al no entender el modo de actuar de su maestra.

—Por supuesto que no. —Gira su rostro, después muestra enojo en sus facciones. Sus orbes esmeralda están llenos de odio y el cabello que antes estaba tapando su rostro, ahora muestra serpientes blancas, marrones, negras y verdes; quienes se mueven de izquierda a derecha, algunas incluso mastican pequeños trozos de carne.

—Con tu permiso, procedo a hacer mi misión.

—Ves y no me defraudes. Cada vez que hacemos sufrir a Afrodita rejuvenezco varios siglos.

—No entiendo como tienes ese odio hacia ella.

—Es una historia muy compleja. Limítate a seguir las indicaciones y tráeme dos corazones humanos.

El chico de cabello rojizo asiente y de su espalda surgen dos alas del color del carbón, llenas de pequeños destellos violetas. Surge en su mano izquierda la guadaña y después de abrirse sola la puerta se dirige a su destino. Ahora debe emprender el camino al mundo de los mortales con rapidez. Antes de que su enemigo hiciese de las suyas.

🌹💗🥀

La cosa que más le molesta a Celá es la amplitud del planeta Tierra y su forma cilíndrica. Porque él piensa que si tuviese otra forma sería más sencillo orientarse, siempre termina perdido en sus misiones y no quiere reconocer la verdad. Tiene un nulo sentido de las direcciones. Sin embargo, ha logrado llegar a Véneto e introducirse en la ciudad donde están sus objetivos.

Ahora solo necesita utilizar su arma y dejar a la naturaleza fluir. Pues, gracias a él surgen las emociones de rabia, frustración, miedo. Los mortales creen que son ellos quienes las hacen, en parte es cierto, pero él también obra para que las cosas sucedan de ese modo. Por esa razón, se zambulle en el agua para luego convertirse en un tiburón: «el rey de los mares debe ser quien destroce las ilusiones de esos chicos», piensa mientras abre las fauces del animal con una amplia sonrisa, mostrando así una fila de dientes afilados y relucientes como perlas.

Entre tanto, Aelia y Angel siguen inmersos en su mundo interior, ajenos al peligro al que están expuestos. La sombra del animal se vuelve más próxima. Su aleta sale por la superficie del agua e indica emoción al moverse en zig zag. Sus extremidades están cerca de la barca cuando un rayo, el cual solo puede ver él, le alcanza y termina por huir de allí.

El ambiente cambia y ahora está envuelto por el olor a rosas. Al sentir aquello, Celá descubre que ese ataque ha sido hecho por su rival, pero, «¿dónde se encuentra?», piensa al mirar hacia los alrededores y no encontrar nada. Al sentir que está solo, le resta importancia. Sale del agua y vuelve a dejar de ser un animal.

—Hay otras formas de destruir ese vínculo. —Se transforma en esta ocasión en un murciélago de alas violeta y cuerpo verdoso. Hace un ruido estridente y más seres de la misma especie emergen desde el cielo en todas direcciones.

Es cierto que ahora no puede ver, aún así no es un gran problema para Celá. Sus nuevos amigos ahora le guían hacia las habitaciones de aquellos enamorados. Lo intenta primero en el de la chica pero algo dentro de aquel lugar le hace estremecerse. «Huele como mi rival», piensa mientras le da arcadas.

Entonces recuerda una lección de su maestra. Hay diferentes tipos de personas: algunas están en un punto medio; no saben si quieren amar u odiar, sin embargo hay casos especiales donde tienen predisposición para uno de los lados. Aquella chica era una de las sirvientes del amor, por esa razón vio imposible el acercarse o atacar sus emociones. Aunque funcione solo será temporal, pues tiene el amor más importante; el suyo propio.

Se aleja de allí y prueba en esta ocasión con el chico. El ambiente, de nuevo, vuelve a estar cargado por las emociones positivas. Aunque no todo lo que reluce es oro. Lo que en un primer vistazo parece perfecto, realmente muestra inseguridades y algunos bloqueos; fruto de relaciones pasadas donde el chico sufrió más de lo que quiere reconocer. Celá hizo una mueca, pues, por fin vio una ventana abierta para poder hacer maldades. Nunca mejor dicho, pues el objeto acristalado se abre al momento que sus amigos se apoyan sobre el balcón. Pese a retomar la forma humana, los animales tienen un aprecio especial por el chico. Algo dentro de él hace sentirse feliz por eso, pero no le dio mucha importancia. Pues, su corazón o piedra; como él lo llama, no debe sentir nada más que enojo, rabia y odio.

Comienza a olfatear como un perro y sus fosas nasales le llevan a un ropero amplio de color chocolate. Al abrir la puerta se forma un crujido y después un chirrido porque las visagras se encuentran en un estado deplorable. Dentro hay bastante ropa, pero su atención se centra en un regalo envuelto con papel de color turquesa y anudado con un lazo rojo. Sin sacar el presente pudo sentir emociones positivas. Le horroriza, pero aún así su semblante no cambia.

Utiliza su guadaña frente al regalo y del filo sale un rayo que cambia hace cambiar el regalo. Antes era un collar de corazón hecho con una Ágata roja; en cambio, ahora está fragmentado en dos trozos alargados.

ÁgapeWhere stories live. Discover now