Capítulo Dos: Sorpresa

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La primera vez que hicimos una videollamada fue bastante graciosa la situación. Por ese entonces no dominaba demasiado el italiano hablado y él tampoco era muy hablador. Una combinación bastante interesante, ¿verdad? Puede que en estos momentos te preguntes porque no habíamos hablado en inglés. La verdad no lo sé tampoco. En mi caso fue para escuchar un piropo suyo, algo como: «es increíble que sepas hablar mi idioma». Sin embargo, la realidad fue otra.

Sumado a eso, estaba el hecho de vernos las caras. Rara vez hacía una llamada con mis amigas por lo que no estaba acostumbrada. A Angel le conozco de hace bastante, pero es verdad que puedes ponerte nerviosa al ver a tu persona especial del otro lado de la pantalla.

Todavía siento mis mejillas ruborizadas cuando recuerdo aquel momento. Me costaba hacer contacto visual con él por lo que hice algo de trampa y miraba a la cámara del teléfono. Así él no sabía que evitaba la mirada, pues siempre veía mis ojos enfocados en la imagen que proporcionaba el aparato electrónico. Sin embargo, a pesar de mi vergüenza, ojeaba al chico rápido de tanto en tanto. Sus ojos del color de la miel me fascinaron hasta el punto de creer que tenía dos lingotes de oro redondos por ojos; las pestañas que recorrían el arco de ambos globos oculares, eran densas y largas, como los de un muñeco. El resto de facciones eran delicadas, su nariz era algo pequeña; lo que lo hacía dar una imagen de un ángel, sumado a sus labios carnosos y aquella sonrisa tan adorable que hacía cuando sonreía por los nervios. Sin embargo, nada se podía comparar con aquella melodía emergente de su boca; cada vez me sentía más hechizada de su voz. Sentía en esos momentos que era envuelta por un rayo de sol.

Esa fue la primera, pero no la última vez que hablamos de ese modo. Conforme pasó el tiempo fuimos relajándonos los dos, mientras yo me sentía más embelesada por sus cabellos del color del trigo, al igual que su barba; dos tonos más oscura. Era curioso porque solía llevar la cara limpia de pelos, pero tampoco le sentaba mal ese cambio. Todo en él le quedaba bien y siempre lograba hacerme sentir bien con cualquier palabra, una mirada o alguna broma; al principio se le veía más serio, eso es cierto. Conforme fuimos haciendo esta rutina fue cuando se abrió de verdad conmigo y me mostró lo cariñoso que es.

—Hey, Tierra llamando a Ágata. —Aquel comentario me hace volver al momento presente y no puedo evitar mirarlo con molestia.

—No me llamo así, por qué sigues diciéndolo. —Pongo morritos y eso hace que él suelte una larga risotada.

—Asúmelo, te gusta y lo sabes. —Iba a rebatirle cuando me agarra del mentón y sin mucho esfuerzo besa mis labios. A pesar de sorprenderme este cambio de actitud en él, le correspondo. Era pausado y cálido como los bailes de salón donde están acompañados por la música de un vals. El ritmo es juntar nuestras bocas, explorarlas y respirar cuando nos faltaba la respiración; repetimos esto varias veces como los pasos de una danza.

—Me gusta más cuando me llaman Aelia. Por algo sale ese nombre en mi documento de identidad —suelto mientras le acaricio la mejilla con delicadeza—, tienes suerte de llamarte Angel, porque de lo contrario te llamaría así aunque no fuese su nombre.

—Yo te llamo Ágata porque eres tan bella como esa gema preciosa. —Un leve sonrojo se forma de nuevo en mi cara, aparte de por los besos.

—Aparentas no saber dar halagos pero en verdad eres el mejor.

Continuamos nuestro camino en una lucha por ver quien hace sonrojar más al otro mientras nos damos muestras de cariño. Debo reconocer que Angel ha mejorado bastante en este tiempo; al comienzo era bastante tímido, retraído y le costaba mostrarse tal como es hoy, pero agradezco al universo por permitirnos conocernos y llegar a donde hoy nos encontramos.

Dentro del hotel se puede vislumbrar un apacible escenario nocturno lleno del sonido incesante del agua. Una de las cosas más fascinantes de Venecia para mí son sus canales y el poder vivir mediante los barcos como transporte diario. Termino de arreglar mi cabello grisáceo en una trenza de espiga y me coloco un collar de esmeralda, con la forma de una rosa, que hace juego con mis ojos. Termino de maquillarme y ya estoy lista para ver a Angel. Me dijo al recogerme que me arreglase porque quería mostrarme algo y solo se puede ver por la noche. Ando con mucha curiosidad por saber qué será. Cierro la ventana y dejo la habitación amueblada con el estilo gótico renacentista. Los pasillos del hotel tienen esferas pequeñas doradas por las paredes; espero que sea pintura o que no sean reales, de lo contrario mucha gente querrá robar esta decoración. El suelo está compuesto por baldosas con forma de rombo y a pesar de ser de noche hay bastante luminosidad gracias a la luz de la luna proyectada en los enormes ventanales.

🌹💗🥀

—Esto no puede seguir así. —Celá pisotea el suelo repleto de huesos tanto humanos como de otras especies— Tengo que tomar cartas en el asunto o ese maldito ganará de nuevo.

Camina con prisas a través de un gran corredor adornado con los cuerpos de distintas bestias disecadas. Había de todo tipo, desde hydras hasta demonios de alto nivel. Ese era el destino para cualquier ser oscuro que sucumbiese al sentimiento del amor. Pese a no ser uno de ellos, agradece a su maestra Medusa por concederle el poder para segar esa emoción. En el pasado aborrecía esa celebración donde dos personas se dan chocolates u otros objetos para demostrar cuanto se quieren. Él prefiere la desilusión y la tristeza cuando alguien se declara y no obtiene el resultado esperado, por esa razón siempre procura que ese sea el destino para todos. Sea quien sea su objetivo, así siempre ha sido o, lo era hasta que conoció a ese chico con esos rizos delicados; a pesar de no reconocerlo: la voz, su aroma, aquella mirada llena de ternura y su inocencia. Son cualidades que le hicieron sentir algo en su corazón, el cual, creía no tener y ser más que una simple piedra; una de tantas que encuentras cuando das un paseo por el campo. Ese ser fue la excepción, su mancha en su historial, la razón que le recuerda porque odia al amor y a aquel muchacho.

ÁgapeWhere stories live. Discover now