Se adentró en el edificio, y el omega lo encontró a él antes que él al omega.

—¿Ha traído todo? —le preguntó de malos modos.

La naturaleza era una broma pesada, pero para ese omega, Buddy, entendió que se llamaba, parecía no jugar del mismo modo. Porque su naturaleza alfa le estaba diciendo que lo doblegara allí mismo.

Pero el omega solo le mantuvo la mirada fijamente e Ivory le entregó la documentación.

—Les llamaremos a lo largo de la mañana por si falta algo, si todo está correcto, el cachorro podrá venir a partir de mañana.

Y se fue, sin más.

Ivory quería que Kyle tuviera una oportunidad, iba a ser bueno para él, y eso era lo único que importaba.

Ya había visto lo que ocurrió en el resto de guarderías.

No recibió llamada alguna, por lo que debía estar todo correcto.

Podía ir y decírselo en persona, pero se lo pensó mejor, eso sería lo que un alfa haría con su omega, ir corriendo a estar con él.

Oker no era su omega, y Kyle no era su cachorro.

Marcó el número de su casa y esperó y esperó. Volvió a repetir la acción como 5 veces. Maldito omega, ¿es que nunca iba a contestar al teléfono?

—¿Sí? —escuchó su voz, y tuvo que contener su rabia. Lo podía imaginar nervios alrededor del aparato que no dejaba de sonar.

—Kyle podrá ir ya mañana a la escuela.

Del otro lado silencio.

—¿Estás ahí? —preguntó tomándose el puente de la nariz con dos dedos fuertemente.

—Sí.

—¿Me entendiste? —No quería tratarlo mal, pero a veces, se lo ponía puñeteramente difícil.

—Sí —lo escuchó para luego añadir—, gracias.

—Hasta mañana.

—Hasta mañana, al ... señor.

Ivory colgó, quizás debería permitirle llamarle alfa, pero el término le provocaba tal rechazo que se sentía incapaz.

En un mismo día había tenido que lidiar con dos omegas que no podían ser más opuestos, pero ambos le ponían al límite.

Al llegar a su casa, todo estaba como siempre, solo que ahora se sentía el calor de haber estado habitada por otras dos personas.

Todo estaba en su sitio, todo estaba limpio, pero de algún modo, aunque ya no estuvieran no se sentía tan vacía.

Tomó la cena, miró la televisión y se fue a dormir. Su vida normal, la de siempre, salvo que por mucho que se quisiera repetir eso una y otra vez, su vida no era la misma de antes.

Necesitaba, y por una vez en su vida, necesitaba que llegara el día siguiente y volver a verles.

Esa noche soñó con alguien que había eliminado de sus recuerdos, de su vida, cualquier brizna de su persona la había machacado como si no existiera.

Pero en sus sueños a veces aparecía, y desde que había conocido a ese omega, soñaba constantemente con él, aunque fuera incapaz de recordarlo a la mañana siguiente.

Un omega, un precioso omega que le sonreía como si él fuera lo más increíble del mundo.

Ivory se retorció en sueños y gimió desconsolado.

—No te vayas —pero él no se escuchó como el alfa adulto y duro que era hoy en día, sino como el cachorro que había sido la última vez que lo vio con vida—. No me dejes, papá.

Pues ya sabemos de donde le viene el trauma con los omegas a Ivory

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Pues ya sabemos de donde le viene el trauma con los omegas a Ivory.

Se ha hecho de rogar, pero aquí está la punta del Iceberg.

¿Qué os parece?

Os deseo un fin de semana estupendo.

Besos

Sara

OmegaWhere stories live. Discover now