EXTRA- Especial de San Valentín.

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⚠ ATENCIÓN! Este capítulo se desarrolla fuera de la trama principal, por lo que pueden encontrar alteraciones. Contiene escenas de sexo semiexplícito por lo que queda a tu criterio leerlo o no, más si no tienes la edad recomendada para leer esta historia😑. Sin más que agregar, qué lo disfrutes.


Capítulo Extra-Especial de San Valentín.

Tenía todo preparado e iba chequeando cada artículo en mi lista. Sentía un revuelo en mis tripas, hubiese sido un gran problema la indigestión pre-sorpresa por lo que intenté calmarme; los nervios no me lo impedirían.

Pensaba solo en encontrar una forma de retribuir el hermoso presente que Martín me había hecho temprano en la mañana, y luego, al mediodía. De solo recordar mi estómago volvía a llenarse de mariposas:

Al levantarme me había topado con un lugar vacío junto a mí, pero un camino hecho con pétalos de rosas blancas y un cartel cuya leyenda dejaba ver un mensaje indicando que siguiera dicho camino, me terminaron de despertar y llenaron ese sentimiento de vacío que había sentido al no tener a mi amante en la cama.

Por supuesto que cumplí la petición y dichas flores me llevaron a bajar las escaleras, llegar al enorme comedor y encontrar a mi amado príncipe verde. Martín me estaba esperando enfundado en un traje blanco, y en sus manos sostenía un enorme ramo a juego. Además, luego de un cinematográfico abrazo, me colocó una gargantilla que tenía las iniciales de nuestros nombres.

Ah, pero eso no había sido todo, por supuesto que no, estábamos haciendo referencia al mismísimo Martín Bordán; a él le gustaba exagerar y demostrar en exceso con sentimientos (no se le daba muy bien hacerlo de otra forma).

Al llegar a la oficina, un pasillo de empleados me recibió en la puerta. Mi cara parecía querer explotar, no me encontraba dispuesta a perder mi poca dignidad en ese fúnebre corredor, ni siquiera por mi amorcito. Así que rodee a una chica trajeada y me escabullí por las escaleras de incendio. Al llegar al tercer piso, me decidí por continuar viaje en el ascensor, como toda persona perezosa haría.

"¿Cómo que ha tomado otra ruta? ¿Son acaso inútiles?", fue lo primero que escuché cuando las puertas grises se abrieron. Martín estaba que echaba humo por las orejas, fue tal que hasta sentí pena por los internos cómplices de sus fechorías amorosas. Caminó directo hacía mí, me tomó por la muñeca y se dispuso a llevarme hasta su oficina. "Me arruinaste la sorpresa. Tuve que correr al grupo de mariachis", me susurró al oído.

En cierto punto podía notar la obviedad de la situación; él jamás se había enamorado de esa forma y había recurrido a todas las escenas cursis de los especiales televisivos de San Valentín para agasajar a mi persona. Un detalle muy lindo de su parte, aunque no me atraía la idea de ser un espectáculo público.

Dentro de su oficina, me besó rápido y me ordenó estarme quieta. Cerré los ojos por instinto al encontrarme con poca iluminación y en respuesta a su orden.

– No necesitas cerrar los ojos, Alma.

– ¡Martín! –le dije sorprendida– ¿Es en serio?

–Te vi mirándolo cuando fuimos al centro comercial y me pareció buena idea comprarlo. No es mucho, pero...

– ¡¿Qué no es mucho?! ¡Es un oso de dos metros! Yo le llamaría mucho.

–El amor que siento por ti no cabe en esta habitación, por lo que sí, este oso no es mucho. ¿Te gusta?

–Obviamente. Cualquier cosa que me regales me gustaría, solo porque viene de ti. Gracias, Martín.

–De nada, Conejito.

Él No es mi MaridoWhere stories live. Discover now