P. 10. PEREGRINOS

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Mi Madre siempre ha sido una peregrina de la fe, siempre aprendiendo, para contármelo después a mí, para que aprendiera lo que era la vida y la verdad, la riqueza, el poder y la pobreza, y así poder entender después a mi Padre cuando me indicara el camino a seguir, para que estuviera preparado para no caer en los engaños del poder y de la fama.

Estaba viviendo la realidad de la vida de un pobre, del más pobre e inocente Hijo de una familia creyente obediente a Dios, pobre y humilde.

Volvimos a salir de la tierra, siempre en camino, como peregrinos, y empezó mi aprendizaje para después poder ser el Camino.

Ya era el Camino desde que nací, mi Madre me enseñaba lo que sabía de la vida.

Como cuando una madre siente los dolores de parto, pero cuando da a luz ni se acuerda, porque ha dado a luz un hijo.

O como cuando a una mujer se le pierde una moneda, y barre la casa hasta que la encuentra, y muy contenta reúne a sus vecinos y se lo cuenta.

Y como en las noches oscuras ponía la lámpara para que alumbrara a toda la casa, no se encendía para esconderla debajo del celemín.

Mi Madre me enseñaba con todos los detalles que ella hacía, no se podía poner un remiendo de tela nueva en un manto viejo, porque lo nuevo tira de lo viejo y se hace un roto mayor, mi Madre con detalles sencillos me iba explicando lo que ella veía en la vida, y me iba enseñando a mí a ser un observador.

Yo veía a los labradores, a los pastores, me fijaba en el presente y leía lo que era la vida, así de sencillo.

Después cuando volví a dejar mi casa y mi tierra para hacer un camino nuevo, me retiré al desierto, y allí mi Padre me enseñó como ahora hago contigo, a leer en los acontecimientos, a saber descubrir su presencia en mi vida, y yo fui creyendo en lo que mi Padre me decía, que era mi Padre, que amaba a todos, que sus caminos no eran los del mundo, ni sus pensamientos tampoco.

Me iba revelando día a día su plan de salvación. Me dijo que éramos uno, me reveló sus secretos como hace ahora contigo, pero tú no acabas de creértelo, porque no te sientes digna de ello.

¡No conoces a mi Padre!

Y eso que todo el verano te estaba enseñando como me enseñaba a mí, ¿acaso yo como tú no me iba de noche a un lugar solitario para hablar con Él y me dijera lo que tenía que hacer?

¿No hace contigo lo mismo?

Cierto que yo soy su primogénito, el primero en todo, ¿acaso todo lo que he oído de mi Padre no te lo doy a conocer?

Te revelo su amor hacia los más pequeños, y te enseño a amar como él.

¿Tienes queja de mí?

¿No has sentido mi amor y mi predilección hacia ti?

¿No te he elegido yo para amar y te doy mi luz para guiar?

¿No te indiqué yo el camino de la libertad para que lo eligieras?

¿Muchos saben lo que tú?

¿No te enseñé también el camino de la verdad?

Mi Padre y yo somos uno, y así queremos ser con todos, la vida de mi Padre y mía es muy sencilla, porque se hace Camino del hombre, el hombre no puede escalar el cielo, por eso Dios se baja a la tierra y se hace Camino del hombre y aprende de la vida, la vida es una escuela, y habla de los pájaros, de la belleza de los lirios invitándoos a la confianza, a que lo améis y confiéis en que cuida de vosotros.

ESCOGÍ LA LIBERTADWhere stories live. Discover now