Así es la fe de los hombres campanilla, en unos está firme y no flaquea por mucho que le pase en la vida, y en otros, su luz es intermitente según también se dejen llevar de los acontecimientos de la vida, el poder, su propia voluntad y la razón son contarios al amor, son esos hilos como los que tienen las marionetas y les impiden ser libres aunque a veces se lo crean, y ya ves que no campanilla, los sentimientos y acontecimientos de la vida los tiene atados, y hacen que la luz de la fe no pueda estar alumbrando siempre.

¿Recuerdas cuando me pedías que tus hijos no fueran violentos? ¿No preferías que le hicieran daño a ellos antes que ellos se lo hicieran a los demás ?

Y eso está pasando, es lo que tú me pedías y ahora ¿quieres que ataquen se defiendan y hagan daño?

¿Quieres que te cuente un verdadero milagro?

¡Porque un milagro no es que le digas a esta higuera, arráncate y plántate en el mar! Eso no beneficia a nadie.

Un milagro es lo que pasó ayer.

Te lo voy a explicar:

(Ya sabes que lo que te digo solo los niños y los que son como ellos, sencillos, sin malicia ni desconfianza ni doble intención, te comprenderán.)

Ayer oíste mi voz en las campanas, sabías que te llamaba, todos los días las oyes y no vas, porque yo no llamo para un tiempo programado, llamo a oradores, adoradores que sepan amar y no tengan prisa, la prisa es el cumplimento.

Ayer oíste mi voz y de prisa te preparaste.

Mi voz, mi luz te guiaba, estuviste en misa y sufriste por el sacerdote, por la prisa que tenia y porque no tenía nada que decir, mi palabra sola resuena sin más.

Al salir, podías haber elegido distintos caminos, pero tú elegiste el mejor, mi lección todavía no había terminado, y no es que la vieras ayer, porque tú no viste nada, solo escuchaste a otras personas que yo puse en tu camino para que te hablaran, y te lo voy a explicar:

Te fuiste con tu amiga y otras dos personas, sin importarte que a otras personas no les hubiera gustado que te fueras con ellas, no lo hiciste, fuiste libre, luego te sentaste a escuchar a tu amiga, tú no hablaste, a pesar de que allí había otra persona a la que molestabas, tú no hablaste por no malestar.

Tu amiga cuando la otra persona se fue, te habló de que conocía a una santa, y te lo dijo muchas veces que esa persona era una verdadera santa, y es verdad, porque los santos no son los que figuran ni los que hacen grandes obras, ni los que llaman la atención, son los que se parecen a mí, o yo me parezco a ellos, son los que aman, sufren y tienen todo el día el frigorífico abierto, para el que tenga necesidad entre y coja lo que quiera.

Esa persona santa no tiene apariencia, es pobre de espíritu, nada pide, nada desea, con fuertes dolores que a nadie dice, solo quiere hacer lo que los otros quieran, sufre sus dolores en silencio, y lo mismo hace con los dolores y desgracias de sus hijos.

No juzga, no habla, no oye, casi no ve, es como yo, y quise mostrártelo para que vieras como soy yo.

Cierro los ojos para no ver la maldad de mis hijos, no oigo sus blasfemias, me callo mis dolores que son los vuestros, los de mis hijos, como el de esa santa, así es mi corazón y quise que la conocieras.

¡Qué no tiene ganas de andar!

Y como las otras tienen, ella va, ella busca dar amor, cercanía, sin ruido, esa santa, tenía otra tía a la que tú conocías que era lo mismo que ella, y tú sabes la historia que te contó una amiga que la vio y te la contó. Esa persona que te lo contó la oyó hablar sola cuando pasaba junto a ella al ser vecinas, la oyó como enfadada, y le dijo ¿qué te pasa? Le contestó: El diablo que no quería que hoy fuera a misa y me ha escondido una zapatilla, pero no se va a salir con al suya, y llevaba una zapatilla de cada manera, eligió la libertad... y solo la guiaba mi luz.

ESCOGÍ LA LIBERTADWhere stories live. Discover now