Capítulo 3:

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Capítulo 3:


Transcurrieron varias horas. No sabía exactamente cuánto tiempo hacia que estaba encerrada allí, es complicado calcular el tiempo si no tienes un reloj o la luz del sol para ubicarte. En momentos pensaba que eran solo minutos, y a veces días.

Estaba decidida a escapar. Me pare en el medio de la caja de cristal y mire hacia arriba, aquella extraña luz, tal vez podría romperla y escapar por ella. No pude hacer nada, porque se escucharon unos ruidos extraños. Delante de mí dos persianas metálicas se abrieron, dejando ver donde estaba.

El lugar parecía ser una especie de hospital o laboratorio, predominaba el blanco, y las luces. Había decenas de computadoras que parecían que me monitoreaban, ya que mi imagen aparecía en sus enormes y alargadas pantallas. Había algunas personas vestidas con largos guardapolvos blancos, llevando en sus manos papeles, otros me observaban y hacían anotaciones en sus libretas.

Apoye mis manos sobre la pared de vidrio, observando el lugar, ¿Qué estaba sucediendo?, podía escuchar las conversaciones de los científicos:

― ¿Cuál es la constancia de sus recuerdos?― Le preguntó un hombre con barba a otro que observaba una computadora muy fijamente.

― Son estables, no volverán, a no ser que se establezca una conexión con su pasado.

No podía creerlo, ¿Ellos me habían borrado la memoria?, ¿Por qué?

― Es muy extraño, su esqueleto está compuesto por unas sustancias que desconocemos― Le decía una mujer al hombre de barba muy sorprendida.

― ¿Cómo es posible?

― No lo sé. Sobre todo predominan dos, uno de gran liquidez, y otro con términos orgánicos. No entiendo como estos componentes pueden actuar de forma compatible con el material de sus huesos. Es imposible lograr algo así en un humano, lo rechazaría inmediatamente.

― Pero no olvides que ella no es humano― Exclamó el hombre de barba, que a comparación de los otros no llevaba un delantal blanco, si no una camisa negra.

Cuando escuche esas palabras sentí que se paralizó mi corazón, ¿Qué era?, ¿Por qué era diferente a los demás?, me entristecía pensar una respuesta, y me asustaba conocer mi pasado olvidado.

El hombre de barba se acercó a la caja de vidrio donde yo estaba encerrada, se paró a unos metros de mí, y me miraba fijamente. Yo también lo observe bien, no olvidaría al hombre que me había encerrado en ese lugar. Estaba segura que él me había capturado en esa caja de vidrio como a un animal.

Mi captor tenía ojos grandes, el cabello corto y castaño, barba candado, y era alto y corpulento. Su voz era gruesa y ligeramente ronca, despreciaba su sola presencia.

Pasaron unos segundos y él habló:

― ¿Cómo te llamas?, ¿Recuerdas cómo te llamas?

― No― Le respondí sintiendo como si una fiera llena de rabia quisiera escapar por mi boca.

― ¿Qué eres?

― No lo sé― Le respondí volcando la mirada al suelo, conteniendo toda mi ira.

― ¡Estupendo!, han hecho un gran trabajo― Exclamó el hombre mientras volteaba para agradecerle a sus trabajadores.

El hombre de barba sacó de su bolsillo una caja con un botón azul, y extendió la mano para que yo lo observara:

― ¿Recuerdas esto?

En ese momento una imagen pasó por mi cabeza, "un hombre con una máscara negra presionando aquel botón", el recuerdo era muy confuso, pero por la altura del hombre enmascarado, creí reconocerlo:

― ¡Tú!, tú me capturaste― Le dije cerrando los puños con bronca, sentía una triste impotencia. No podía salir de esa habitación transparente, no tenía libertad alguna.

― Su memoria aumentó al cero coma cero dos por ciento― Indicó un científico observando la pantalla de una de las computadoras ― ¡Deme unos segundos y reiniciare su memoria a cero nuevamente!

― ¡NOOO!― Exclamó el hombre barbudo precipitándose enérgico ― ¡Que me recuerde!― Rió extendiendo las manos al aire.

― ¡Pero coronel!, es peligroso, el más mínimo porcentaje de sus recuerdos puede arruinar toda la operación, cuando mayor es el numero, mayor son las posibilidades de recuperar la memoria completamente...― Le decía el hombre intentando hacer entrar en razón a su superior.

― No, dije que no, ¿Acaso te atreves a cuestionar mis órdenes?

― No señor, pero...

― Además mientras permanezca encerrada ajena al mundo, no hay de qué preocuparse.

― Si, Coronel Malraux― Asintió el científico aun sin estar de acuerdo.

El hombre barbudo, que ahora conocía su nombre, Coronel Malraux, se dio media vuelta y se marchó.


Sin MemoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora