Cap11 la cámara secreta

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–Se hallaba en el extremo de una sala muy grande, apenas iluminada. Altísimas columnas de piedra talladas con serpientes enlazadas se elevaban para sostener un techo que se perdía en la oscuridad, proyectando
largas sombras negras sobre la extraña penumbra verdosa que reinaba en la estancia. Con el corazón latiéndole muy rápido, Harry escuchó aquel silencio de
ultratumba. ¿Estaría el basilisco acechando en algún rincón oscuro, detrás de una columna? ¿Y dónde estaría Ginny? Sacó su varita y avanzó por entre las columnas decoradas con serpientes. Sus pasos resonaban en los muros sombríos. Iba con los ojos entornados, dispuesto a cerrarlos completamente al menor indicio de movimiento. Le parecía que las serpientes de piedra lo vigilaban desde las cuencas vacías de sus ojos. Más de una vez, el corazón le dio un vuelco al creer que alguna se movía. Al llegar al último par de columnas, vio una estatua, tan alta como la misma cámara, que surgía imponente, adosada al muro del fondo. Harry tuvo que echar atrás la cabeza para poder ver el rostro gigantesco que la coronaba: era un rostro antiguo y simiesco, con una barba larga y fina que le llegaba casi hasta el final de la amplia túnica de mago, donde unos enormes pies de color gris se asentaban sobre el liso suelo. Y entre los pies, boca abajo, vio una pequeña figura con túnica negra y el cabello de un rojo encendido–

Harry: Ginny!!.

–Harry corrió hacia ella y se agachó para ver cómo estaba–

Harry: Ginny porfavor no te mueras, despierta, despierta porfavor!

–harry dejo la varita a un lado, cogió a Ginny por los hombros y le dio la vuelta. Tenía la cara tan blanca y fría como el mármol, aunque los ojos estaban cerrados, así que no estaba petrificada. Pero entonces tenía que estar… harry nego con la cabeza y miro a Ginny sin esperanza, agitándola. La cabeza de Ginny se movió, inanimada, de un lado a otro–

Harry: Ginny, por favor, despierta

–De un lugar oscuro aprecio Tom Riddel y se acercó a Harry que todavía estaba de espaldas–

Tom: no lo hará, no despertará.

–Un susurro suave hizo que Harry mirara la dirección de Tom, mientras esté empezó acercarse–

Harry: Tom… ¿Tom Riddel?, como que no lo hará?, Aún está… no está…

Tom: aún sigue viva, pero morirá.

–Harry lo miró detenidamente. Tom Ryddle había estudiado en Hogwarts hacía 50 años, y sin embargo allí, bajo aquella luz rara, neblinosa y brillante, aparentaba tener dieciséis años, ni un día más–

Harry: Eres un fantasma?

Tom: un recuerdo conservado en un diario por 50 años.

–Ryddle señaló hacia los gigantescos dedos de los pies de la estatua. Allí se encontraba, abierto, el pequeño diario negro que Harry había hallado en los aseos de Myrtle la Llorona. Durante un segundo, Harry se preguntó
cómo habría llegado hasta allí. Pero tenía asuntos más importantes en los que pensar, Harry dejo la mano de Ginny y Tom lentamente se agachó para tomar la varita mágica de Harry sin que esté se diera cuenta–

Harry: Ginny no mueras, ayudame Tom, Tenemos que sacarla de aquí. Hay un basilisco… No sé dónde está, pero podría llegar en cualquier momento y aún hay que encontrar a Draco. Por favor, ayúdame–

Tom: El Basilisco no vendrá si no es llamado… en cuanto a Draco.

–Tom giró y señaló el lugar oscuro donde antes salió el, y "Draco" aparecio caminando lentamente y se detuvo a unos metros de ellos, Harry se sorprendió al ver lo, pero se sintió algo raro al ver su ojos, esos mismos ojos que en fracciones de segundos pudo ver anteriormente, ellos no eran grises sino negros un negro profundo que no dejaban ver su alma, Tom giró y miró a Harry–

El nuevo Draco Malfoy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora