- ¡Las pasarelas están sueltas! ¡Baja de ahí! - Exclama ella gritando desde sus pulmones.

- ¿Sueltas...? - Susurra el caimán, mira las delgadas bigas de metal que sostienen los andamios, varias carecen de tornillos.

Retrocede unos pasos de espaldas por la inercia, las plataformas comienzan a moverse ligeramente por el peso del caimán, en su arrebato de ira él no se había percatado del peligro.
Mira al suelo, demasiado lejos, demasiado alto.
Se agacha ligeramente agarrándose en la barandilla para mantener su equilibrio, su cola golpea el metal del suelo y la pasarela tiembla haciendo un sonido agudo y chirriante.

Busca una posible salida con sus ojos, ve los carritos en forma de caimán que cuelgan del techo, podría saltar a uno de ellos, pero su peso y el movimiento brusco resultarían en una catástrofe.
Ve el cubo de pelotas de colores, está demasiado lejos.
La pasarela pierde fuerza y se ve en la obligación de saltar de ahí para evitar caer, por un inexistente instinto de supervivencia salta para salir de las pasarelas, el movimiento hace que las vigas se suelten y los andamios caigan al suelo.
Él se agarra a uno de los carritos, sus garras se clavan en el plástico al percatarse, no soporta su peso. Un robot de más de 200 kilos, tanto por su costosa y cara carcasa como su duro endoesqueleto y la delicada pero reforzada tecnología interna. Todo aquello lo condenó en la obligación de caer.
No contenía adrenalina, solo parámetros, cálculos y operaciones lo más acertadas y apropiadas posibles, aquellas que lo impulsaron a soltarse deliberadamente para caer sobre un árbol cercano, y de ahí al suelo inintencionadamente en una charca de agua cercana.

Cinco guardias de seguridad se acercan a la escena para revisar el estado del caimán, éste se levanta con escasez de heridas, solo con unos cuantos espasmo no voluntarios, y temblores por el agua que se filtró por sus resortes. Aun así no era lo suficientemente dañino como para provocarle un fuerte cortocircuito.

Desconcertado y con varias pequeñas convulsiones en su cuerpo, se levanta lentamente y observa su alrededor, las brillantes luces neón lo ciegan y abruman, los guardias comienzan a rodearlo y él se siente intimidado.
Gruñe en defensa propia como un animal salvaje acorralado, camina de espaldas tratando de alejarse, un ligero 'crack' se escucha proveniente de sus pies, mira al suelo para ver sus lentes violetas destrozados y resquebrajados.
Levanta la mirada cuando escucha la voz de una persona llamarlo.

- ¡¿Eres estúpido?! ¡Mira el desastre que has causado! ¡¡Esto nos costara cientos de dólares por tu culpa!! - Un guardia de seguridad exclama, Monty no logra reconocer su rostro porque las luces a su alrededor emborronan su visión, pero puede distinguir su tono de voz masculino y saber de quien se trata.

Montgomery permanece en silencio, su cuerpo tiembla involuntariamente por el agua en sus circuitos y el aturdimiento de la caída.
No responde, pero observa en silencio la silueta del hombre que se acerca a él.

- ¡Vamos a entrar en banca rota y tú solo complicas más los problemas! - El guardia exclama acercándose al caimán, Monty reconoce la voz del oficial Jacob. - ¡No solo los empeoras, sino que también traes muchos más de los que ya tenemos! ¡¡Todo porque tú y tus compañeros son unos inútiles!!

La mandíbula de Monty se abre ligeramente, trata de retroceder para alejarse del enfurecido guardia. Se encuentra en un trance en donde todos sus sistemas saltan con alarmas, alarmas de inexistente pánico y poderoso peligro, Jacob golpea con su dedo índice el hocico del caimán para llamar su atención. La reacción es instantánea y un grito desgarrador sale de la boca del guardia cuando las fauces del robot atrapan inesperadamente el brazo del hombre, todos tratan de acercarse para separarlos.
Llaman el nombre del animatrónico repetidas veces, pero no hay respuesta, intentan hacer palanca con la afilada dentada mandíbula para separar el brazo, los empujan y tiran de ellos para hacer reaccionar al robot.
Pero repentinamente entran en shock cuando Monty se tira de espaldas al suelo con el guardia encima de él, un movimiento brusco es suficiente para que el robot gire sobre si mismo agarrando al hombre, desquebrajando el brazo y amputándolo de golpe como un verdadero caimán haría con su presa.
El miembro cae al suelo cuando las mandíbulas se abren y aterrizan sobre la cabeza del guardia, aplastándola y provocando la sangre salpicar por todos lados, la gente a su alrededor queda inmóvil por la escena, incapaces de creer lo que sus ojos presenciaron.

FNAF 9 SB: Frenesí [ESP. VER]Where stories live. Discover now