1. Miedo y responsabilidad.

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Isabela.

—Tenemos exactamente cinco minutos para tomar el autobús —miré el reloj en mi mano—. Dolores —insistí.

—Isabela Madrigal, tenemos bastante tiempo. No me vengas a joder en este momento —Dolores arreglaba su cabello— ¿Por qué la insistencia de llegar temprano?

—Debo sacar cosas de mi casillero, preparar mi escritorio y repasar las notas que hice del tema pasado —expliqué y mi vista seguía pegada al reloj—, cuatro minutos, Dolores.

—¡Ya entendí! Relaja la maldita pared uterina —gruñó colocando un listón rojo en su cabeza—, maldita obsesionada.

—No soy obsesionada, solo cumplo con lo establecido en el reglamento, trato de poner el ejemplo frente a una multitud que parece haber perdido la educación —corregí a Dolores mientras abría la puerta.

—¿Reglamento? Por Dios, el reglamento literalmente nadie lo sigue, ni siquiera los directivos, ellos solo te obligan a seguirlo cuando les conviene —tomó sus cosas y salió del departamento. Salí detrás de ella cerrando la puerta con llave—. Además, sabemos aunque tengan al papa en frente no les servirá de ejemplo para recuperar la supuesta educación.

—¿Estás tratando de revelearte contra Elmo? —comenté.

—Estoy tratando que vivas una vida normal —respondió.

—Mi vida es normal. Tengo las calificaciones perfectas, mi historial está limpio sin ningún inconveniente y tengo beca —dije en lista algunas cosas.

Sin mencionar que temo a hacer lo que los demás hacen por miedo a que me llamen la atención o peor aún, que los maestros dejen de confiar en mí o que mi familia se sienta decepcionada.

—Eres caso perdido primita.

Después de salir del departamento, tomamos el autobús camino a la universidad, ambas íbamos a la facultad de artes. Estábamos curso nuestro último año antes de pasar a servicio.

Miraba el reloj esperando que no nos retrasáramos más, el autobús se había tardado por dos minutos lo que haría que llegue a la facultad con unos minutos de retraso.

Detesto esto.

Al llegar, me despedí de Dolores y avancé rápido a mi facultad y casilleros.

—Agh, cinco minutos tarde —gruñí arreglando algunas arrugas de mi ropa—. No vuelvo a esperar a Dolores —me dije a mi misma tomando las cosas de mi casillero.

Avancé al aula y como siempre, nunca había nadie. Faltaban unos minutos y nadie se había molestado en mínimo dejar una mochila en su lugar. Los profesores se molestarán, en especial Bella.

—¿No leíste los mensajes del grupo? —iba a empezar la lectura de mis notas cuando me interrumpieron—, quedamos de acuerdo que nadie vendría a ésta clase.

—¿Por qué debería hacerles caso? —respondí mirando a Moana desde la puerta.

—Duh, somos un grupo y todos debemos apoyarnos, no tiene sentido que nadie venga cuando uno está aquí jodiendo los planes de los demás —contestó molesta.

—Ustedes váyanse y jodánse la vida, no me metan en sus asuntos —fastidiada dejé de verla y seguí con las notas de la clase pasada.

—¿Es en serio que vino Isabela? Maldita sea con ella —identifiqué la voz de Tiana—, nos castigarán a todos.

—Será mejor disfrutar antes del castigo, vámonos —ambas salieron el aula y suspiré dejando las notas en mi mesa.

Para empezar no me caen bien, los detesto y me molesta su simple existencia en el universo y segundo, debería estar completamente desquiciada para aceptar saltarme clases con ellos.

Angel |Elsabela|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora