— Volveré a verte ¿Verdad?

Acaricio su rostro buscando calmarle. No sé que responderle, no entiendo que ha pasado para que Sila actúe como lo hace. Pero ella nunca hace nada que intente perjudicarme. Así que debo seguir confiando en ella.

— Lo prometo —le digo y sello mi promesa con un beso. Un beso que sabe a despedida.

— ¡¡Lina!! — el grito de Sila me hace separarme. Y dirigirme a la cocina.

Sila ya está en la puerta de casa. Antes de irnos me disculpo con Michael y salgo con Sila tras se mí. Bajamos en silencio. Llegamos al coche donde Gabriel y Kaleb nos esperan. Cuando ya estamos en movimiento Sila comienza a hablar.

— Lo siento, pero tenía que hacerlo. Tu marido está en la ciudad. Y no estabas a salvo con él.

De repente un miedo enorme se instala en cada célula de mi cuerpo. Mis pesadillas hechas realidad. Miro por el retrovisor y los ojos penetrantes de Gabriel me miran. Agacho la mirada y miro a la punta de mis converse. Llegamos al club sin terciar ni media palabra más. No sé qué decir. Solo quiero que la tierra me trague.

Sila me lleva a su despacho seguida de Gabriel. Parece más tranquilo que la última vez que le vi. Veo como se relacionan y aunque cualquiera vería que es una relación laboral, yo sé que no es así, estoy segura. Gabriel está enamorado de ella y pondría la mano en el fuego de que ella siente lo mismo por él. Aunque no lo demuestra. La frialdad de Sila es pasmosa. Pero puedo ver cómo le mira.

Entramos al despacho y Sila se sirve una copa.

— ¿Quieres una? —me tiende el vaso con licor que acaba de servir.

En cualquier otro momento le habría negado el trago, pero mis nervios me hacen coger el vaso y beberlo de un trago. Sila me sirve otro y lo deja sobre la mesa. Voy a cogerlo pero la mano de Gabriel se posa sobre la mía impidiéndomelo. Mis ojos se cruzan con los de Gabriel y es como si me absorbiesen. Tan brillantes, tan claros, tan reales como en mis sueños. Niega con la cabeza y retiro la mano de su contacto.

— ¿Me ha encontrado? —pregunto cuando consigo que mi cuerpo reaccione.

— No lo sé. Sé que ha venido a hacer unos negocios, pero sé que hay algo más. A puesto precio a tu cabeza. Ya no solo te busca viva. Pagará a aquel que de una simple información o te encuentre viva... o muerta. Y eso te pone una diana en la espalda.

— ¿Viva o muerta? — un temblor me recorre todo el cuerpo— ¿Qué significa eso?

— Que pagara lo mismo por tus restos que por tu presencia viva. Y eso significa que...

— Si no me llevan muerta, me matará el mismo —termino la frase con pavor.

Sila asiente y se sienta en su sitio.

— ¿Qué puedo hacer? —le digo.

— Permanecer aquí en el club. Estarás en mis dependencias privadas. No saldrás para nada y Gabriel se encargará de que estés bien y no te falte de nada. Hasta que no sepa seguro que el peligro ha pasado, no te dejaré salir. Espero que lo entiendas.

Asiento. Lo entiendo perfectamente. Mi dorado sueño con Michael, mis castillos en el aire, se acaban de desplomar como lo hace una pared de ladrillos que caen después de un bombardeo. Estas son las consecuencias de las decisiones que he tomado en mi vida.

De repente la imagen de mis padres se hace nítida en mi mente.

— ¿ Y mis padres? —pregunto con un nudo en el estómago.

— Ellos están bien —Sila bebe de su copa y mira por la ventana.

— Vale —parece que soy capaz de volver a respirar con tranquilidad— ¿Y mi hermana?

Blood White I (La historia de Bianca) #PGP2023Where stories live. Discover now