CAPÍTULO 72

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Unos golpes en la puerta del sótano la sobresaltaron. Aria pestañeó, intentando enfocar su vista; su hermano pequeño dormía en el suelo a pierna suelta, abrazado a su brazo. Maitane dormía junto a su hermana no muy lejos de ella, abrazadas la una a la otra. A excepción de los fuertes golpes que había escuchado hacía escasos segundos, todo parecía aparentemente tranquilo.

No se movió ni volvió a dormirse, se mantuvo quieta en la posición en la que estaba, agudizando el oído para tratar de escuchar lo que acontecía arriba. Los golpes volvieron a sonar y esta vez supo reconocer de dónde provenían: estaban intentando tirar el armario abajo, quizás habían descubierto la entrada del propio sótano.

Se puso en pie de golpe y movió el hombro de Maitane de forma apremiante para despertarla. Ella abrió los ojos, somnolienta. Aria le señaló la puerta con el dedo índice y después se lo llevó a los labios.

—Creo que han encontrado la puerta —susurró.

—Salgamos de aquí —contestó Maitane, poniéndose en pie con el rostro contraído en una mueca de preocupación. El sueño que aún brillaba en sus ojos se esfumó de un plumazo al escuchar los golpes contra la puerta.

Despertó a su hermana con urgencia, sin perder la calidez en su sonrisa, para no asustarla. Aria cogió a Chris en brazos y se dirigió al exterior. La calle que se abría ante ellas era la misma por la que Maitane había corrido momentos antes huyendo de su hogar. No se atrevió a mirar en esa dirección e hizo un barrido con la mirada a toda la callejuela que discurría tras la avenida principal.

—La calle no es un lugar seguro —informó Maitane—. Lo mejor será entrar en la casa y resistir hasta que los soldados repriman el asedio.

—¿Y si no logran reprimirlo? —Aria apretó más a su hermano contra su pecho, respirando agitadamente.

Maitane solo le devolvió una única mirada intensa.

—Entonces Madrid será nuestra tumba.

No dejó opción a objetar; agarró a Uxue de la mano y recorrió la calle hacia la puerta trasera que siempre dejaba abierta su familia, la que conectaba con la cocina. La atravesaron y vieron que estaba saqueada casi al completo. Se dirigieron luego al salón. Había sangre en el parqué del suelo y el propio ambiente estaba cargado de su olor. El sonido en el exterior aún persistía y la puerta principal, aquella que daba directamente a la avenida, permanecía abierta mostrando lo que sucedía a pie de calle.

Maitane se acercó y se asomó, apoyándose en el umbral.

—¿Crees que es mejor... huir? —preguntó Aria, dubitativa.

—Compruébalo tu misma —la voz de su amiga era casi un susurro exhalado, su mirada estaba vacía y perdida en el movimiento del exterior.

Aria dejó a Chris en el sofá y se acercó al hall, asomándose por la puerta.

—Están matando a todos los que tratan de huir —murmuró Maitane—. Es una cacería.

Ella asintió, con lágrimas impotentes en los ojos.

—¿Cuál es tu plan, entonces?

Tardó unos segundos largos en contestar.

—Convertir esta casa en un búnker hasta que llegue la ayuda.

Aria asintió con convicción. Maitane se apartó del umbral y trancó la puerta. Después, aseguró las ventanas de la parte principal dejando una pequeña esquina al descubierto que les permitiese otear el exterior. Sacó el arma que llevaba en el pantalón; solo tenía diez balas.

Fuerza (Saga Renegados #1) [YA EN FÍSICO]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora