─No es eso... ─contestó, acercándose más. ─Con vos es distinto.

─¿Distinto en el sentido de que me podés usar como se te de la gana y a ella no? ─a este punto Messi sabía que no podía solucionarlo.

─No te uso, en todo caso es mutuo, ¿por qué me estás echando la culpa? ─Lionel se encontraba ofendido, como si él hubiera sido el único que estaba dejando una familia, una mujer y una carrera en segundo plano. ¿Realmente la relación que estaba floreciendo entre ambos valía la pena como para sacrificar toda su vida? ─No entiendo, ¿vos estás dispuesto a cagarte la vida para estar conmigo?

─¿Quién dijo que quiero estar con vos? ─contestó enojado. Las lágrimas sin emoción no tardaron en volver a salir.

─¿Y por qué llorás entonces? ─Ahora el confundido era Lionel. Ninguno estaba obteniendo respuestas.

─Es una reacción natural, no sé, la puta madre. ─Escondió su rostro entre sus manos, dejando de hablar.

Lionel volvió a acercarse para tomar su rostro, recibiendo un manotazo como respuesta. Sus ojos conectaron. El mayor volvió a intentarlo y esta vez, el otro no puso peros.
Cerró los ojos y dejó las lágrimas correr nuevamente.

─No te amo ─Emiliano habló. ─En serio, no te amo de esa forma. ─se mintió, con esperanza de que aunque sea Lionel le creyera.

¿Cómo podía no amarlo? Si desde adolescente lo admiraba tanto. Desde aquellas epocas añoraba atajar para él. Y cuando finalmente pudo hacerlo, la felicidad que sintió no se podía comparar con absolutamente nada. Llevar al mismísimo Lionel Messi a las finales, ganarlas con él, abrazarlo en el fervor del festejo y besarlo al mismo tiempo. No se comparaba a ninguna sensación obtenida en su vida. Necesitaba más de él, cada parte que pudiera. Y se conformaba con simples migajas, si venían de Lionel. En el fondo, se conformaba con ser el segundo plato, si eso significaba siquiera ser uno.

Claro estaba que no lo admitiría en frente de Messi. Aún conservaba algo de su dignidad, y decírselo a su capitán sería básicamente hundir su propio barco.

No pudo pensar en mucho más cuando los cálidos labios de Lionel se pegaron a los suyos, besándolos con sumo cuidado. Las manos del rosarino se pasearon por sus mejillas. Emiliano tomó esas mismas manos y las presionó más fuerte, agarrándolas e impulsando ambos cuerpos a caer sobre el colchón.

Las lágrimas del más alto no pararon en ningún momento. Se separó solo para esconderse en el pecho del contrario. Y aún allí, continuó sollozando.
Messi acarició sus cortos mechones, le proporcionó las caricias más suaves que jamás había recibido. O tal vez no eran para tanto, y su obsesión por el mayor no paraba de crecer.

No quería pensar más. Tan solo disfrutar los últimos momentos de cercanía. No se suponía que esa noche debía terminar así. Tenía que ser feliz, con un "nos vemos después" y nada más. Con ninguna situación incómoda y tediosa donde el capitán rechazaba indirectamente sus sentimientos.

─Perdoname ─Lionel susurró desde arriba. ─Perdón. ─volvió a hablar, besando su cabeza.

Y tal vez, si en aquellos días cuando supo de la existencia de Lionel, se hubieran conocido, tal vez todo sería distinto.

Si tal vez hubieran compartido recuerdos desde chicos, provocando que de grandes no pudieran separarse. Si tal vez él hubiera estado en el lugar de Antonela... Y si pudieran ahorrarse todos los malos ratos. Entonces Lionel habría sabido que aquel gigante de dos metros estaba enamorado de él desde que eran unos niños. Y entonces Lionel experimentaría aquel retorcido sentimiento conocido como amor, de la forma más pura, sincera e inocente. No con engaños y visitas a escondidas de por medio.
Darían vueltas y vueltas, sin embargo, el destino se encargaría de juntarlos cada vez que se separaran. Porque así estaba escrito.

No obstante, nada de eso realmente pasó. Y sintió haber descrito mejor la situación de Lionel con Antonela que su propia situación con el delantero.

Lamentaba tanto encontrarse llorando en el pecho de su amado, sin saber que el amor no correspondido podía doler tanto. Le costaba horrores pensar que debería volver a ver a Mandinha y a sus hijos como si nada hubiera pasado.

Se aferró más al cuerpo contrario, buscando el consuelo que solía darle.

─No te vayas. ─habló, una vez un poco más calmado.

─No me voy a ir. ─lo calmó, volviendo a besar su cabeza, para continuamente acariciarla.

─Perdoname, Leo. Es un papelón todo esto ─intentó sonreír, sorbiendo su nariz y limpiando sus propias lágrimas.

Lionel le dedicó una sonrisa. Por fin podía verlo sin tensiones nuevamente.

─Quedate tranquilo ─le aseguró, volviendo a darle un beso suave en sus labios. Emiliano se apartó rápidamente.

─Me parece que no tendríamos que seguir haciendo eso. ─intentó hablarle de la forma más calmada posible, para no volver a iniciar una discusión. Odiaba aquel actuar por parte de su capitán.

─Ah, no. Perdón. ─dijo avergonzado.

Si a la mañana siguiente hablarían las cosas de una vez, era mejor dejar aquellas costumbres cariñosas que habían adoptado en el tiempo juntos.

Después de casi una hora así, Emiliano logró tranquilizar su respiración escuchando los latidos de Lionel directamente desde su pecho. El mayor los tapó a ambos, abrazando por arriba al arquero. Tal vez sería su último permitido. Y con aquel pensamiento cayó rendido ante el sueño, siendo acompañado por Martínez a los pocos minutos.

𝗞𝗜𝗦𝗦𝗘𝗦 𝗔𝗡𝗗 𝗥𝗘𝗚𝗥𝗘𝗧𝗦 messi, dibuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora