♤60♤FIN DE LA TREGUA

Magsimula sa umpisa
                                    

Otra excusa mal elaborada, aunque no menos dulce.

—Las cosas que nunca antes he hecho...—Sonreí bajando la cabeza.

Él se acercó a mi oído mirando discretamente a los alrededores, como si fuera a desvelar un secreto.

—Quiero ser tu primera vez en muchas cosas, Khristen.

No negaré que las palabras me atravesaron el pecho. Los colores me subieron y bajaron, ¿o fueron los fluidos? Tal vez eran hormonas chocando entre ellas. No sé asegurarlo ahora, no lo supe tampoco en ese momento. Yo conservaba ese pequeñito y tonto anhelo de una pedida de matrimonio. Sí, entendía lo que Arthur había expuesto sobre su posición para conmigo siendo un pecador prisionero, pero así no sería siempre. En algún momento soltarían al Elegido, en algún momento se convertiría en mi Mano, en algún momento estaríamos casados...

Y luego de eso nosotros...

El rubor de mis mejillas aumentó muchísimo, el volcán interior hacía sus artimañas expulsando pura lava por los poros de mi rostro.

Estaríamos casados para siempre. Lucharíamos hombro a hombro como la realeza de Jadre contra nuestros enemigos. Venceríamos juntos. Reconozco que imaginarlo fue una fantasía muy placentera como todo lo que terminaba imaginando con él.

—No perdamos tiempo entonces —acepté sin nada que objetar y comencé a conducirlo en dirección al lugar.

Recordaba con precisión las maquetas que había visto, conocía en teórico cada rincón del Castillo. Ahora bien, estaba a punto de llevar a práctica uno de esos conocimientos. Nos conduje al pasillo correspondiente que para mi desagradable sorpresa, carecía del dúo de guardias que se suponía que estuvieran.

«Estarán ebrios en alguna parte, disfrutando de la celebración» razoné.

Sabía que eso les traería problemas y como emperatriz debía tomar medidas. Pero no dejé que el pensamiento de lo que debía hacer me estropeara el momento. Cuando no quedaron más que pocos metros entre nosotros y la puerta redonda, taladrada con tornillos circulares y una seguridad imposible de vencer, una corriente caliente azotó mi vientre. Detrás de esa puerta estaba el lugar, el importante y valioso lugar, y sin embargo nunca lo había pisado.

Según los libros la Bóveda tenía dos compartimentos: la antesala donde se guardaban reliquias de guerras, oro traído de Drianmhar y demás tesoros de Irlendia, y el Especial, un cuarto pequeño destinado a guardar lo que desde hacía kiloaños mejor guardaban los daynonianos: lo que quedaba de la estrella Saol.

Nos acercamos hasta quedar a centímetros. La luz extraña y dorada que emanaba de cristales diminutos enterrados en el techo de barro me hizo pensar que minúsculas porciones de energía estaban siendo utilizadas con el fin de iluminación.

—Debe estar mejor resguardado que la Casa Blanca —murmuró Arthur contemplando el relieve complicado de la puerta.

—Lo está.

Pero cuando la inspección de Arthur llegó al picaporte de la puerta, una expresión agria se apropió de sus gestos.

—La han forzado.

—¿Cómo? —No podía creer lo que escuchaba, así que lo hice a un lado para inspeccionar yo misma—. Está llena de arañasos...

—Y el picaporte está flojo, inestable.

—Arthur tengo un mal presentimiento, y hasta ahora los malos presentimientos nunca me han fallado. —Tragué saliva antes de continuar—: ¿No te parece extraño también la oscuridad? Se supone que hay oro y piedras preciosas y sin embargo...

LEGENDARIOS2️⃣MIENTRAS TE LLEVO CONMIGOTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon