I met you at the end of the world|Minsung

Capítulo 1

 Si, hace un par de semanas, le hubieras preguntado a Lee Minho cómo pensaba que iba a dejar este mundo, no lo habría pensado demasiado. Probablemente te habría dicho algo como "No lo sé. Ataque al corazón tal vez. ¿A quién le importa?" La idea de morir cuando un asteroide chocó con la Tierra, eliminando efectivamente toda la vida del planeta en una serie de explosiones gigantescas, ni siquiera se le habría pasado por la cabeza.

Sin embargo, aquí está, escuchando un anuncio de radio que le dice exactamente eso: el mundo tiene tres semanas hasta el impacto, y cuando el asteroide finalmente colisione con la Tierra, todos van a morir.

Si, en este momento, le preguntaras a Lee Minho cómo cree que va a dejar este mundo, probablemente te daría un puñetazo en la cara.

 Minho cree que debería sentirse diferente ahora, sabiendo que solo le quedan tres semanas de vida. Está bastante seguro de que toda su vida debería sentirse diferente. Pero no es así. Durante tres días, su vida continúa como si nada hubiera cambiado, como si la noticia del fin repentino del mundo en menos de un mes no hubiera sido más que una broma de mal gusto. Se despierta, se viste, desayuna y conduce al trabajo. Luego, regresa a su casa, se baña, cena y se acuesta. Esta rutina vacía se siente automática ahora.

Minho sabe que probablemente debería sentirse asustado, enojado, desesperado o al menos decepcionado por el hecho de que va a morir a la edad de veintitrés años, solo, después de vivir una vida completamente aburrida. En este momento, mientras yace en su cama, mirando al techo, Minho se sorprende al descubrir que, incluso después de tres días, no siente nada de eso.

 Después de todo, ha pasado un tiempo desde que realmente sintió algo.

 Cuando el sueño no llega después de dos horas de dar vueltas en su cama, Minho se levanta con un suspiro y se dirige a la sala de estar. Sin encender las luces, se sienta en su sofá, sin saber por qué dejó la cama para sentarse solo en la fría oscuridad de su sala. Él piensa que tal vez se siente diferente, después de todo.

"Tres semanas, eh..." murmura, hundiéndose un poco más en los cojines.

Si hace tan solo unas horas Minho se había sorprendido por su falta de respuesta emocional ante el impactante anuncio de la inminente destrucción de la Tierra, ahora se enfrenta al problema opuesto. De repente, el miedo, la ira y la desesperación que antes no podía encontrar ahora lo golpean con toda su fuerza. La repentina oleada de emoción es casi lo suficientemente fuerte como para dejarlo sin aliento, pero hay una cosa que pesa más que cualquier otra cosa.

Decepción.

Minho se inclina hacia adelante, sosteniendo su cabeza entre sus manos. Aprieta su agarre sin darse cuenta, sus dedos se entierran en su cabello oscuro y tira de los mechones castaños lo suficientemente fuerte como para doler. Pero Minho no se da cuenta. No siente el dolor, ni el frío de su apartamento. No puede oír el bullicioso y omnipresente ruido de la ciudad de Seúl. Ni siquiera puede escuchar sus propios pensamientos. Solo hay una cosa que puede sentir: una ola, una decepción tan fuerte que puede adormecer todo su cuerpo y abrumar todos sus sentidos.

"¿Qué he hecho con mi vida?" Minho piensa y cierra los ojos para contener el escozor de las lágrimas "¿Qué he logrado?"

Pero lo que más le duele, el pensamiento que arde en su mente y le deja una sensación pesada y repugnante en la boca del estómago, es que sabe que ahora no puede hacer nada al respecto. No puede cambiar su vida en tres semanas, e incluso si pudiera, no serviría de nada. Va a morir de todos modos, junto con el resto del planeta, en menos de tres semanas.

"Soy patético..." susurra entre dientes.

De repente, el sonido de un sollozo silencioso interrumpe sus pensamientos. Minho piensa que es él, al principio, que comenzó a llorar sin darse cuenta. Pero una vez que el sentimiento de miseria aplastante comienza a retroceder, se da cuenta (para su alivio) de que no es él quien está llorando. El sonido proviene del exterior de la ventana.