Capítulo 179: 1987

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Así que, un día de verano, había completado todas sus calificaciones y no había nada en la televisión, Grant no estaría en casa durante horas, así que estuvo deambulando por el Museo de Ciencias durante una hora más o menos. Curiosamente, recordó a Arthur Weasley, por primera vez en años. Al viejo idiota le encantaría todas las máquinas, los pistones, las bombillas. Podía imaginarse el rostro de Arthur mientras observaba la máquina de movimiento perpetuo, y Remus sonrió para sí mismo, de la nada. ¿Cómo estaría Arthur? ¿Y su esposa, la hermana de los Prewett y su prole pelirroja? Remus sabía que había pasado demasiado tiempo para ponerse en contacto con ellos, y no sabría qué decir, incluso si lo supiera.

Aun así, pensar en los Weasley no le había dolido, que era lo principal. Y tal vez pensar en ellos fue lo que lo puso en una mentalidad diferente para la tarde, más alerta, tal vez, o más nostálgico. No podía ser una coincidencia que se encontrara con un viejo amigo solo dos horas después.

Estaba casi en casa, a solo una calle de distancia, arrastrando los pies de forma anónima por las bulliciosas callejuelas de Chinatown. De hecho, estaba a punto de pasar por el lugar donde habían comprado su televisor: la sauna de Old Compton Street. Remus siempre se sonrojaba un poco cuando pasaba por ahí, y luego se reprendía a sí mismo por ser tan mojigato. Agachó un poco la cabeza mientras se acercaba y, horror de los horrores, justo cuando estaba a la altura de la puerta, unas personas salieron por ella.

Remus tuvo que detenerse en seco, para no chocar con ellos. Se volvieron y lo miraron nerviosamente.

Remus jadeó. — ¡Christopher!

El hombre parpadeó horrorizado. Tenía el rostro enrojecido y los ojos de color marrón oscuro que eran bastante pequeños y llorosos. Estaba un poco más regordete de lo que había estado en la escuela y la línea del cabello se estaba alejando levemente en las sienes. Pero definitivamente era él.

— ¿Remus?

— ¡Hola! Ha pasado...

— Desde...

— Sí. ¿Cómo estás? — Remus hizo una mueca incluso cuando hizo la pregunta. Christopher estaba claramente incómodo, ¿y cómo no iba a estarlo? No había visto a Remus en casi diez años, y ahora él aquí estaba, inclinándose sobre él afuera de un sauna gay.

— Oh tú sabes. — Christopher se miró los pies.

Llevaba ropa muggle: una camisa de mezclilla con los botones abrochados de manera desigual, pantalones de vestir y un chaleco naranja quemado con bordados verdes. En resumen, se veía tan terrible como todos los magos sangre pura que intentaban hacerse pasar por muggles. Como siempre, el aire general de desesperanza de Christopher hizo que Remus sintiera simpatía por él.

—Er... — Remus se frotó la nuca. — ¿Quieres… ? Um. ¿Tienes tiempo para un café? ¿O una copa? ¿Ponernos al día un poco?

— Sí, está bien... — Christopher lo miró con cautela.

Remus se hizo cargo desde ese punto, porque estaba claro que no había otra forma. Condujo a Christopher calle arriba, de regreso a Tottenham Court Road. Había un café en la calle Denmark que era barato y anónimo, lo que era bueno porque por alguna razón Remus quería alejarse lo más posible de su casa.

— Llegamos... — sonrió amablemente, sosteniendo la puerta abierta y señalando una mesa disponible. Christopher no dijo nada y se sentó, inquietamente. Remus se preguntó si todo esto era una idea terrible, tal vez Chris no quería hablar con él. Pero él estuvo de acuerdo y se ofreció a pagar cuando Remus fue a pedir sus cafés.

—¿Vives cerca? — Christopher preguntó, finalmente, todavía sin hacer contacto visual del todo.

— Sí —, asintió Remus, — No muy lejos. ¿Tú?

All the young dudes - españolWhere stories live. Discover now