1-Espera

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Estaba un poco decepcionada de mi padre, no entiendo por qué me vendió como si fuese cualquier cosa, quizá y ese joven era malvado, malcriado, quizá abusador de mujeres. Lo único que sé de ese tal william es que es un joven buscando esposa para cobrar su herencia. No sé ni como es fisicamente.

Al estar en un pais como éste no me sorprende como pueden los padres hacer de la vida de sus hijas un desastre con un matrimonio. Y la condición de mi padre es que nos mantega con una buena vida, que le consiga un trabajo a él y a mi que me tenga como princesa. El joven aceptó pero tambien tuvo una condición de no verlo en persona hasta el dia de la boda.

-¿En que piensas hija?-dijo mi padre sentandose junto a mi.

Estaba sentada en un banco de madera que estaba bajo un gran árbol detrás de mi casa que la vista daba a la playa cruzando la verja que dividia el pastizal con la arena.

Yo lo miré y negué con la cabeza y volví a mirar el gran mar azul.

-¿Nada? ¿Segura?, porque no lo parece.-dijo bien seguro.
-Es que, no entiendo el por qué aceptaste ese matrimonio. Estamos bien economicamente.-dije algo cabizbaja.
-¿Bien? ¿ A esto le dices bien?-dijo señalando la pequeña casa de madera.

La misma tenia el techo de zinc y las ventanas estaban casi por caerse. Apenas podía mantenerse de pie.

Bajé la mirada y rápido mi padre me toma del mentón y hace que lo mire.

-Tenemos que hacerlo, cariño. Ésto es más dificil de lo que te crees, pero por nuestro bien hay que hacerlo.-yo asentí y sequé una lágrima que se deslizaba por mi mejilla izquierda. Me levanté y le dí un beso tronado en su mejilla, él me miró con el ceño fruncido. Tenía que despejar mi mente.
-Volveré al atardecer.-él asintió y se marchó.

Me quité mi blusa holgada azul y me quede con mi parte superior del traje de baño color amarillo. Me quedé con mi único short viejo y gastado y salté la verja y fuí directo a la playa.

Caminé y caminé, no podía quitarme de la cabeza esa boda. Yo ni siquiera elegiría el vestido, todo lo hará él y su gente. Yo apenas puedo costear unos tacones.

Tambien pensaba, yo apenas tengo diesiocho años, yo no podía casarme tan joven. Yo merecía disfrutar mi vida...(bufa mentalmente) ¿De que carajos hablo? Apenas puedo dormir tranquila, los ruidos de los autos en la avenida no me lo permiten ya que para completar, el cuchitril de casas pequeñas en donde vivimos está muy cerca de la misma.

Sentí que alguien me tumbó al suelo de un golpe.

-¡Ey!-chillé enojada, al mirar quien fué el sujeto, mi cara de enojo se volvió divertida. Era mi mejor amigo Sam.

Sam siempre fué mi mejor amigo desde pañales, crecimos juntos en el barrio. Jugabamos a guerra de caidas, el más que tumbara al otro desprevenidamente iba ganando. Pero hace mucho tiempo que no lo jugabamos.

Él se tiró una carcajada burlona y se tiró al suelo junto conmigo y yo le dí un golpe leve en el hombro y sonreí.

-Hace tiempo que no te veía, hermosa.-dijo quitando un mechón de cabello y colocarlo detrás de mi oreja.

Él tenia los ojos verdes, su cabello castaño claro y su cuerpo bastante formado ya que trabajaba cargando cosas pesadas y necesitaba estar así.

-Bueno, estuve trabajando.-me encogí de hombros, mientras lo miraba.
-¿Que a pasado, Charlott?-preguntó seguro de que habia algo más.
-No te lo puedo ocultar, Sam.-me senté entre sus piernas abiertas, mientras él me rodeaba la cintura con una mano mientras con la otra recostaba su mano en la arena. Se tiró una risita y me dió un beso en la mejilla.
-Te conozco bien.-yo asentí.-ahora dime.- suspiré profundo.
-En una semana me casaré con un completo desconocido.-escupí directa.- Y...me mudaré junto con mi padre a su hogar, donde le conseguirá un empleo a mi padre, mientras que yo lo complaceré como esposa fiel y mantenida.

Sam apretó su mandibula, sabía que no le agradaba la idea de eso. Era lógico, su mejor amiga se casaría con alguien extraño y que no ama.

-¿Y como te sientes tú?-dijo acercandose a mi y ponienod su otra mano en mi mejilla mientras que yo sonrojada lo volteé a ver con mis ojos llenos de lagrimas.
-Estoy asustada.-él solo me abrazó.

Casada Sin AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora