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ADVERTENCIA :

Rape (vi0laci0n)
Pasado oscuro del personaje principal




Mantiene los ojos cerrados, aún si abiertos no hay nada más que una neblina negra que le impide ver más allá. Si se enfoca, si agudiza lo suficiente su oído puede detectar el movimiento de la tela al momento de caminar de un lado al otro. Todos sus vellos corporales crispados por la ansiedad al ser privado de dos de sus cinco sentidos. Sus manos enlazadas, buscando anclarse a la cuerda que las mantiene alzadas y la punta de sus dedos de los pies se tratan de encontrar a sí mismas aún si es obvio que no puede cerrar las piernas. Esta tan expuesto, tan a la deriva de ser maltratado y despojado de toda dignidad. Incluso si busca con el olfato puede saber que el aroma varonil del otro hombre inunda la habitación en silencio. Han pasado varios minutos desde que el juego previo terminó. Su entrada sigue expulsando el lubricante y ya no está tan seguro de querer continuar, pero cuando vuelve a sentir los dedos en su interior, cuando esta a nada de gritar la palabra de seguridad, una mordaza dura presiona entre sus labios. Es tan asfixiante que cree ahogarse sobre el grito de ardor. Y le parece ensordecedor el rechinar de la cama, los jadeos ajenos, el golpe de pieles desnudas y las lágrimas que escurrian por sus mejillas. Odio cada segundo, pero su cuerpo reaccionó e inevitablemente se corrió con un gemido de dolor.

Lionel se despertó agitado, asustado. El pecho subía y bajaba inconsistente, con el latir frenético de su corazón taladrando en cada una de sus terminaciones. Tenía sudor frío empapando su playera y parte de las sábanas y su respiración errática parecía más a punto de hiperventilar. Se tomó unos segundos para escanear la habitación y darse cuenta que estaba sólo en la casa.

Dio media vuelta para encontrar el colchón vacío. Claro, hace un mes que no tenía contacto con Guillermo, era estúpido pensar que estaría ahí, recostado y con una mueca relajada, perdido en un sueño profundo cómo si estuviera desmayado, muerto incluso. La primera vez que lo vio dormir se asustó por no escuchar siquiera la tranquila y acompasada respiración de su asistente. Era tan sereno que le dio escalofríos.

Pero bueno, ahora... ahora no quedaban nada más que recuerdos. Ni bien tuvieron diez sesiones cuando Lionel decidió dejar salir sus desbordantes celos y echar todo por la borda, prefirió huir antes que enfrentarse a la sumisión de Guillermo. Porque por más que presionó, por más que estuvo a centímetros de romper la confianza que fue depositada en sus manos, por más que lo lastimó, Guillermo continuó ahí. Al día siguiente, insistente en la puerta y en la oficina, en los mensajes de texto y en las llamadas perdidas. Era incluso halagador, pero fue el escenario que desencadenó la razón. La verdad oculta que se negaba a recibir. Lionel nunca estuvo lo suficientemente estable para dar el siguiente paso, nunca estuvo listo para dejar de ser un sumiso y pasar a ser un dominante.

Él nunca tuvo el control. Desde su infancia (una que por cierto recuerda vagamente) la forma en que su madre dirigía y estaba al tanto de cada minuto de su día a día logró sofocarlo. Era un seguimiento reiterado en el que cada paso, cada actividad y cada decisión era elegida por su madre. Revisada meticulosamente y desechada si no era de su agrado. Lionel aprendió a una temprana edad que su opinión no tenía valor alguno. Aprendió a recibir y callar. Aprendió a ser dócil y sumiso. Aprendió a tocar el piano en lugar de la guitarra, aprendió a jugar tenis a jugar fútbol, aprendió sentarse derecho y a tomar lecciones de economía antes que salir a jugar y pintar con los demás niños.

Cuando entró a la adolescencia su padre por fin se incluyó en su educación, pero sólo para volverla más estricta. Ahora tenía que aprender del negocio, prepararse para heredar la empresa. Y no fue difícil, milagrosamente los números se le daban bien y adquiero un gusto por la autoridad que ejercía sobre los trabajadores. Le gustaba ver que ahora la gente le hacía caso a él, que lo que él decía se seguía al pie de la letra, que acudían a su despacho por el mínimo problema y que dependían de una u otra forma de su elección. Tener a quien fuera en la palma de su mano. El poder que siempre le fue prohibido ahora lo tenía a su entera disposición. Tal vez fue eso, tal vez no. Lionel nunca busco una razón para la curiosidad constante que picaba debajo de su piel. Para las extrañas fantasías que crecieron en su interior con la primera minifalda que se asomo en la oficina, o los labios rojos y carnosos que pronunciaron su nombre con demasiada devoción. Tampoco sabe si la atracción que ejercía sobre sus asistentes era por su físico o por su dinero, le gustaba cualquiera de las dos, se sentía bien, satisfecho. No fue hasta que conoció a Cris, y joder, sólo el cielo sabe la mancha negra que pintaba su historia. No era grato recordar, mucho menos soñarlo.

Y peor aún permitir que siguiera influyendo en su vida.

Sabe que necesita hablar con Guillermo, pero se siente seguro ahí, bajo su caparazón. No quiere salir y enfrentar la furia, la tristeza o incluso la indiferencia de sus actos sobre Guillermo, pero ahora entiende porque todas sus anteriores "relaciones" fallaron estrepitosamente. Él siempre fue el problema, no el resto. O bueno, si quería quitarse algo de culpa y para ser también un poco más justo, la culpa también era de sus padres. Sin embargo ese es un capítulo que ya ha cerrado hace mucho, no hay sentido en repasar el pasado una y otra y otra vez.

Se levanta por fin de la cama, incapaz de tratar de conciliar el sueño de nuevo. No quiere volver a recordar esa sesión.

Camina descalzo hasta abajo, en la cocina desolada. No es hasta que toma un gran sorbo de agua que se da cuenta de la molesta y asquerosa ereccion que se alza bajo sus pantalones de la pijama. Es un sentimiento sucio, degradante. No puede creer que su cuerpo registró aquello como un sueño húmedo en lugar de la pesadilla que en realidad había sido. Se desnudo ahí mismo, sintiendo pesadas las prendas que ahora parecían más una estrecha jaula. Siente cada gota de sudor salir de sus poros cuando se toca y un suspiro indignado escapa de sus labios. Todo su cuerpo está rígido cuando un dedo se cuela hasta su apretado anillo de músculos. No hay forma en que entre un dígito, aún si estuviera lubricado, pero él presiona adentro, gruñendo a la par del ardor que escalaba por su espalda. No está buscando su propio placer, solamente quiere bajar la ereccion recordando a su estúpido cuerpo el dolor de aquella ocasión. La segunda intromisión es peor, no logra ni de cerca meterlos hasta los nudillos, su entrada se cierra a la mitad del camino y no le permite más. Si fuerza un tercero sabe que habrá desgarre y la simple idea parece ser suficiente para que su miembro vuelva a estar flacido.

Exhala cansado, abatido e irritado. Se odia a sí mismo.














N/A

Se que les va a parecer un capítulo de mierda y tengo que confesar que no quería meterle una historia profunda al fic porque sólo quería tratar el bdsm y mejorar mi narración de sex0 pero bueno, aquí estamos. Prometo volver a actualizar seguido porque ya me despidieron jajaja, y ahora tengo que ver que pdo con mi carrera así que tengo tiempo de nuevo, yei.🥳

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