Catorce

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Narra Mirabel.

Después de hablar con mamá y papá, fui directamente a la habitación de Isabela para decirle. Iba corriendo pero Dolores me paró.

- Mirabel, necesito decirte algo con urgencia - dijo ella.

- ¿Qué pasó con Isabela? - pregunté ahora preocupada.

- Abuela la regaño y la exilió del Encanto, aparte ya todo el pueblo sabe que sois pareja - me dijo.

Narra Isabela.

Abuela si que se ha pasado antes. Me empezó a reprochar el hecho de que Mirabel y yo hicimos el amor la noche anterior. Intenté explicar pero solo logré hacerla enojar demasiadas veces.

La discusión terminó cuando agarró una mochila y la ordeno que la llenará porque estaba exiliada del Encanto.

Aproveché y pase por delante de la cocina y le robe a mamá unas arepas por sí las moscas.

Llegué a las afueras del Encanto, donde mi don empezaba a volverse inútil, seguí caminando hasta que callo la noche, para mi buena suerte encontré una aldea no muy lejos.

Corrí rápidamente hacia allí. En la aldea mucha gente empezaba a retirarse a sus hogares, apenas habían personas paseando por la plaza, me encontraba de vez en cuando a algunos hombres tomando en algún bar. Iba caminando tranquilamente cuando choque con una chica.

- Perdón, no vi por donde iba - se disculpó la chica.

- No te preocupes - le dije.

Ella estaba a punto de irse y decidí preguntarle si podría quedarme en su casa.

- Disculpa... he tenido algunos problemitas y me preguntaba si me dejarías pasar la noche en tu casa... Si no es molestia, claro - dije un tanto nerviosa.

Ella lo pensó por un rato y asintió con la cabeza, me hizo una seña para que lo siguiera y comenzamos a caminar, en silencio.

- Por cierto, mi nombre es Lucía - habló ella.

Su nombre me recordaba muchísimo a mi hermana Luisa.

- Yo soy Isabela.

Llegamos a una casa, era pequeña pero parecía acogedora cuando ella abrió la puerta dos niños de entre cinco y seis años se abalanzaron contra la chica, tirándola al suelo.

- ¡Hermanita! - dijeron mientras la abrazaba.

De una habitación salió una mujer, que me recordaba a muchísimo a la Tía Pepa, sobretodo por el color del cabello.

- Hija, me alegra verte - dijo la mujer mientras saludaba a su hija y luego fijo la vista en mí - ¿Quién es ella?.

- Ella es Isabela, ha tenido algunos problemas en su casa, pasará la noche aquí.

- Es un gusto conocerla - dije mientras estrechaba la mano con la mujer.

- Igualmente, querida.

Me ofrecieron una habitación para que pudiera descansar y relajarme. Dejé la mochila y me acosté en la cama.

<<¿Qué estará haciendo Mirabel?>> Pensé con tristeza.

Eres mi florWhere stories live. Discover now