III

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Un día después de lo acontecido, Pedro llamó al pueblo para que se reunieran en frente del palacio de gobierno para contarles sobre un tema, y fue este:

-Ciudadanos de Nuevo Aragón, estamos en una crisis, las fuerzas enemigas están por arrasar estas tierras y debemos tratar de que eso no pase, por su bienestar.

-¿Bienestar?-protesta uno en la multitud-Los soldados nos andan oprimiendo y nuestros impuestos valen lo mismo que nuestro salario, ustedes nos tiranizan.

-Pero ha aparecido el Zorro, el podrá ayudarnos en contra de ustedes-gritó otro.

-Miren ciudadanos-replica-, si siguen con ese bandido, mandaré a dispersarlos a tiros de fusiles; además necesito de ustedes para poder enfrentar a las guerrillas que nos asolaran.

De repente, la multitud se dispersó por la falta de interés, y como era sabido, se organizaban guerrillas para poder enfrentar al despótico gobernante.

El capitán se expresó en forma burlesca:

-Parece que su popularidad ha bajado, gobernador.

-No es gracioso-contesta-, además de ese Zorro me preocupa las guerrillas, tendremos que descubrir su campamento y de quienes está compuesto, así sabremos quienes atentan contra mí.

-Despreocúpese, no estarán muy lejos, yo sé que están lo más cerca de lo que se puede imaginar.

-Y usted iniciara la movilización de tropas para vencer a esas guerrillas-intervino el licenciado Josefino.

-Claro, solo queda esperar a que actúen y ahí voy a aparecer-contesta Hilarión.

Don Adriano y Serafín iban caminando por las calles de la ciudad, viendo los distintos puestos de los vendedores ambulantes, pero su destino era ir a la posada a tomar unos tragos.

Al ingresar, se sentaron en una de las mesas libres y uno de los empleados les dio unos vasos de vino; a unos centímetros de donde ellos estaban, vieron al sargento Pérez charlando con algunos cabos, y lo que pudieron oír desde donde estaban, supieron lo de las guerrillas y que el capitán Hilarión estaba listo para enfrentarlas.

De repente, uno de los parroquianos que estaba pasado de copas, pasó y les dijo de forma grosera:

-Oigan militares apestosos, este lugar es para tomar tranquilos, y no para insectos que se la pasan reprimiendo a la gente.

Enojado, incluso por el abucheo y las burlas de los demás presentes, el sargento se levantó y con su sable cerca de la garganta del ebrio, le dijo:

-Mira miserable borracho, vuelves a insultarme y te despellejaré en vida.

-Si, como lo has hecho con algunos de mis conocidos, ustedes son unos malvados-contesta el ebrio.

Furioso, lo golpeo con el mango de su sable, pero al otro no le paso nada, y el que fue agredido respondió con un golpe en el pecho que lo empujó; auxiliado por los cabos, se repuso de inmediato y lo con un puñetazo limpio lo dejó fuera de combate y ordenó que se lo llevaran.

Adriano se acercó a otro parroquiano y le preguntó:

-¿Así de agresivo es el sargento?

-Claro-responde uno-, es de perder los estribos, a veces no mide la fuerza y los golpea sin tener conciencia.

-Como es la mano derecha del capitán Hilarión, hace lo que quiere, y nadie puede impedírselo, ya que siempre suele amenazar-dijo otro.

Luego de pagar los tragos, se retiraron de la posada y subieron al coche, donde el joven le dijo a su amigo de piel oscura:

-Pobre de la gente que es maltratada por los soldados, como este sargento.

-Claro patrón, como sirven a ese capitán son como intocables y se sienten poderosos.

De repente, apareció la bella Mejía montada sobre su caballo blanco, al pasar, Adriano le dijo:

-Buen día, hermosura.

-Igualmente-respondió.

-¿Qué hacías por aquí en un hermoso corcel?

-Vengo de visitar a unos parientes ¿Qué hacías tú?

-Ando de paseo con mi sirviente, pero he visto que el sargento Pérez agredió a uno que lo insulto.

-¿Has visto? Ese sargento es una bestia, le encanta golpear a la gente, una vez me falto el respeto tocándome y cuando le reproche por aquel acto se rió de mí, es un canalla.

-Igual, pero pronto el Zorro le dará su merecido.

-Es espero, es un hombre encantador.

-¿Cuándo quieres que nos veamos? Así salimos.

-Eso lo veremos, pero ahora tengo prisa, hasta luego.

-De acuerdo, cuídate.

Al continuar su camino, el joven dijo:

-Le quiere al Zorro, pero pronto la va a conocer.

El Zorro ataca de nuevoKde žijí příběhy. Začni objevovat