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Jeno tenía razón; las cosas se pusieron aun peor. Durante los dos días siguientes el teléfono no dejo de sonar, y en vez de disminuir el número de reporteros cada día acampados día y noche frente a la verja de la propiedad aumento.

Renjun sabía que era una locura poner siquiera la televisión porque irremediablemente hablaban del asunto en uno u otro programa, pero quería saber que nueva información habían conseguido averiguar sobre él. Que habían averiguado... o que nuevas mentiras habían inventado.

Lo peor, lo más humillante para él fue leer en la prensa que su propia madre había concedido una entrevista en exclusiva por diez mil dólares. Sin duda su padrastro estaba detrás de aquello. Había una fotografía de ambos en el periódico, frente al porche de su acabada casa.

Habían pasado cinco años desde la última vez que los había visto. Su padrastro se había puesto aún más gordo y a su madre se le veía más vieja y cansada.

El noventa por ciento de lo que decía la entrevista no eran más que mentiras. No era que hubiera sido un santo durante su adolescencia, pero lo hacían ver como un delincuente juvenil, aparte de un ninfómano.

Jeno le había sugerido interponer una demanda por difamación contra ellos, pero lo cierto es que Renjun no veía que aquello fuera a servir de algo. El daño ya estaba hecho y no podía repararse. El interponer una demanda no borraría esas mentiras, y tampoco tenía mucho sentido demandar a su madre y a su padrastro cuando en unos días se habrían gastado ya el dinero que les habían dado por la entrevista y volverían a estar sin nada.

Renjun creía que las cosas no podían complicarse más, pero se equivocaba. Una noche estaban cenando en el comedor cuando sonó el timbre de la puerta.

Jeno, a quien ya se le estaba agotando la paciencia, maldijo:

— Esto ya es lo que faltaba: que tengan el descaro de cruzar la verja y venir hasta la casa.

La señora Minyoung entro en ese momento en el comedor.

— ¿Me encargo de ellos?

Jeno arrojo su servilleta sobre la mesa.

— No. Creo que ya va siendo hora de que les ponga los puntos sobre la mesa.

Renjun lo miro. Si no fuera por su embarazo y porque los reporteros habían sumado dos y dos al verlo entrar y salir de la casa, nada de aquello estaría ocurriendo.

Jeno se levantó, salió del comedor, y sus pasos resonaron furiosos sobre el suelo de mármol en dirección al vestíbulo. Renjun se levantó también para ir tras él, y justo en ese momento escucho abrirse la puerta de la entrada. Espero oír gritos, pero en lugar de eso hubo un repentino silencio y después escucho a Jeno.

— ¿Mamá? ¿Qué estás haciendo aquí?

Renjun se quedó de pie al final del pasillo por el que se llegaba al vestíbulo sin saber qué hacer.

— Ahora ya sé porque deje el mundo del espectáculo — Le estaba diciendo aun estupefacto Jeno la señora Lee — Esos odiosos reporteros... Son como buitres.

— Mamá, ¿qué estás haciendo aquí? Te dije que no era un buen momento para que vinieras a verme.

Su madre le sonrió con paciencia, como si fuera un niño.

— Pues a mí me parece que es el momento perfecto — Le dijo segura — ¿Es él? — Le pregunto de repente a Jeno, fijando sus ojos en Renjun.

Jeno se volvió hacia Renjun y asintió.

— Renjun, te presento a mi madre. Mamá, te presento a Renjun.

La señora Lee se dirigió hacia Renjun. Al llegar junto a él, lo tomo por los hombros y lo miro con lágrimas en los ojos antes de estrujarlo entre sus brazos.

Embarazado de un Millonario | ♡ NoRen ♡Where stories live. Discover now