- Maldito alemán... - Me tapé la cara como una adolescente sonrojada.

 - Me tapé la cara como una adolescente sonrojada

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Llegábamos tarde, habíamos decidido ir andando. Pese a que ambas casas estaban en la misma finca, está tenia muchos, MUCHOS metros cuadrados. A paso relajado como íbamos nosotros se tardaba unos ocho minutos aproximadamente en llegar. Lo cierto es que el tiempo hoy era caluroso, pero a esta hora de la mañana se estaba perfecto. Respiré hondo llenando mis pulmones son una pequeña sonrisa en la cara. Podía escuchar los pájaros cantar y nada de ruido de ciudad, y eso era un total privilegio.

- ¿Qué les vamos a decir sobre esto? – Pregunté apuntándome a la frente y a mi mejilla, donde había también un cardenal.

Raynard caminaba con seguridad y tan relajado que era digno de admirar su presencia, imponía e intimidaba, era grande y musculoso, sus facciones se marcaban con fuerza y su mirada... esa dichosa mirada que me derrotaba cada vez que me la clavaba.

- Aria se ha ocupado de ello. – Arrugué la nariz.

- Te dije que no le dijeses nada. – Protesté sin dejar de caminar.

- No fui yo. – Se defendió encogiéndose de hombros. – Fue Jakob. – Bufé saltando una pequeña rama que había en el suelo. – Ella no sabe que el traidor es Andreu, solo sabe que tu descubriste al "traidor". – Asentí entendiéndolo. – Hasta que no vuelvan de la luna de miel Jakob no quiere decírselo. – Me quedé mirando la casa de mi amiga y su marido, ya se podía divisar a todos desayunando en el jardín.

- Es entendible. – Era obvio que no quería preocuparla, y menos estando embarazada.

- Bueno, les ha dicho que tu y Molly os fuisteis a su habitación y te caíste por las escaleras. – Alce una ceja incrédula.

- Pero Molly estaba bailando con Igor cuando me fui. – Este se río mientras se metía las manos a los bolsillos. - ¿Qué? – Pregunté tosca por su maldita risa.

- Al parecer, cuando fui a buscarte ellos se fueron a... - Le corté

- ¡Vale, vale!

Ósea, que ella e Igor al final se fueron a hacer cosas de mayores. Estaba claro que mi amiga vendría a contarme todos los detalles de aquel encuentro y yo, para que mentir, estaría encantada de escucharla. Solo, con todo mi corazón, esperaba que ella estuviese bien y por fin estuviesen juntos, me dolía en el alma verla llorar.

A penas a unos metros de donde estaba la reunión familiar Raynard me agarro del antebrazo con suavidad obligándome a parar y mirarle. Bajo la cabeza para hacer contacto con mis ojos y dejarme, otra vez, sin habla.

- Ellos saben que has pasado la noche en mi casa, como es obvio. – Moví la cabeza afirmándolo. – No quiero que te sientas incomo... - Le volví a cortar, aunque mi voz salió ronca.

- No me incomoda. – Solté rápidamente. – Para nada. – Sus ojos adquirieron un brillo que me fascino.

Me acerqué a él totalmente sonrojada por lo que iba a hacer, sentía que nuestro primer beso después de tanto tiempo tenia que ser en otro sitio donde nadie nos estuviese viendo, porque sabia de sobras que estaban haciéndolo los cotillas de mis padres y amigos. Me puse de puntillas posando ambas manos en sus hombros y dejé un beso en su mejillas como minutos atrás había hecho él. Me quedé mas tiempo del necesario, pero sentirlo así de cerca era muy agradable. Me separé de él completamente roja por la vergüenza. Le sonreí ladeando la cabeza, me estaba mirando de la forma mas bonita que alguien lo había hecho y sentí de verdad en aquel momento lo que me dijo días atrás.

El Ángel del Diablo. | II DIABLO |Where stories live. Discover now